El Arzobispo de Resistencia, Mons. Carmelo Giaquinta, se refirió a la actual política demográfica en Argentina y afirmó que “el país subsiste casi vacío. Y peor aún, en tren de ser vaciado de lo poco que se lo supo poblar”.
El Prelado explicó que Argentina era un país “en teoría abierto a todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino, pero que desde 1930 se ha frenado en su desarrollo y se ha ido empequeñeciendo en todos los ámbitos: cultural, político, económico, social y hasta en el demográfico”.
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Mientras muchos pueblos desaparecen, Buenos Aires y las demás capitales provinciales “siguen engordando a costillas de las poblaciones del interior, como sanguijuelas, hasta reventar. De hecho, ya está reventando. ¿Qué otra cosa significa el grado alarmante de inseguridad que éstas van alcanzando, y la degradación general de la vida ciudadana que se vive en ellas?”, agregó el Arzobispo.
Mons. Giaquinta resaltó que “hoy no existe en la Argentina el entusiasmo de construir ciudades que caracterizó a las generaciones españolas y criollas de los siglos XVI a XVIII. Tampoco el que caracterizó a la generación del 80 con su famoso slogan ‘gobernar es poblar’. Preferimos construir barrios nuevos periféricos que pensar una ciudad nueva. Y cuando los construimos, muchas veces los hacemos incluso en lugares insalubres, sin alma, sin una plaza, sin un centro comunitario, sin iglesia, con casas sin espacio interior que obligan a echar a los hijos a la calle”.
“Se planea todo –agregó el Prelado– a partir del negocio de la construcción, y no del arte de la urbanización. El desarrollo urbano no es objeto de la discusión de la ciudadanía. Y las normas sabias que podrían regularlo son sacrificadas con argucias administrativas”.
La solución estaría dada por “una política demográfica de largo plazo con algunos rasgos sensatos y firmes. Primero, dejar de alentar el éxodo hacia Buenos Aires y las capitales de provincia. Segundo, potenciar el florecimiento de las ciudades del interior. Y ello mediante el apoyo al trabajo inteligente, tesonero y honesto de cada uno de los municipios, orientado al desarrollo integral de sus habitantes”, añadió el Arzobispo.