A través del presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, Cardenal Pedro Rubiano Sáenz, los obispos del país reafirmaron su apoyo a la negociación con los grupos guerrilleros y paramilitares para un posible desarme; pero rechazaron el “olvido” de los crímenes cometidos como un medio para lograr la paz en el país.
El Arzobispo de Bogotá defendió el diálogo como salida al problema de violencia interna que vive Colombia y comprendió que “nadie va a negociar para terminar en la cárcel”; pero recordó por otro lado que el país no puede dejar de “reconocer las faltas cometidas y repararlas adecuadamente”.
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“Eso no lo puede aceptar de ninguna manera la sociedad. No podemos perder la memoria”, afirmó el Purpurado.
Las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), en proceso de desmovilización desde noviembre del año pasado, son acusadas de haber dado muerte a más de cuatro mil civiles, la mayoría por un supuesto apoyo a la insurgencia.
Para su desarme, el grupo paramilitar exigió al Gobierno del Presidente Alvaro Uribe Vélez un estatus político, la excarcelación de sus miembros y el cese de las extradiciones de sus jefes a Estados Unidos.
El Cardenal expresó que “nadie se sienta en una mesa a negociar para que lo condenen de por vida en una cárcel”, pero consideró que el Estado debe estudiar cómo sancionar adecuadamente a quienes han delinquido.