El anuncio de las empresas farmacéuticas Pfizer y BioNTech de que la vacuna que vienen desarrollando es 90% efectiva contra el COVID-19 ha dado la vuelta al mundo, pero pocos conocen que ésta fue creada sin utilizar células de bebés abortados.
Charlotte Lozier Institute (CLI), la entidad investigadora del grupo provida estadounidense Susan B. Anthony List, catalogó la vacuna como "éticamente indiscutible", ya que fue desarrollada utilizando secuenciación genética en computadoras sin usar células fetales.
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Los detalles sobre esta vacuna se encuentran en un informe publicado por la organización, el cual contiene otras decenas de iniciativas en marcha para el desarrollo de vacunas contra el coronavirus, muchas de las cuales tienen orígenes "poco éticos" debido al uso de líneas celulares de fetos abortados.
El director ejecutivo de Pfizer, Albert Boula, anunció la efectividad de la vacuna que se viene trabajando con su socio BioNTech en un comunicado publicado el 9 de noviembre.
"Me complace compartir con ustedes que Pfizer y nuestro colaborador, BioNTech, anunciaron resultados positivos de eficacia de nuestro estudio de fase 3, etapa tardía de nuestra posible vacuna COVID-19. Se encontró que la vacuna candidata es más del 90% efectiva para prevenir COVID-19 en participantes sin evidencia de infección previa por SARS-CoV-2 en el primer análisis de eficacia provisional", escribió.
"Los resultados demuestran que nuestra vacuna basada en ARNm puede ayudar a prevenir COVID-19 en la mayoría de las personas que la reciben. Esto significa que estamos un paso más cerca de brindarles a las personas de todo el mundo un avance muy necesario para ayudar a poner fin a esta pandemia mundial", agregó el directivo.
Según la BBC, esta vacuna "ha sido probada en 43.500 personas en seis países y hasta el momento no ha ocasionado ningún problema de seguridad"
También comentó que "hay cerca de una docena de vacunas que han llegado a las etapas finales de prueba, pero esta es la primera en arrojar resultados".
En un documento de 2005, la Academia Pontificia para la Vida señaló que los problemas morales que rodean a las vacunas creadas en células provenientes de fetos abortados pueden ejercer una carga moral en los católicos que las usen.
"En general, los médicos o padres que recurren al uso de estas vacunas para sus hijos, a pesar de conocer su origen (aborto voluntario), llevan a cabo una forma de cooperación material mediata muy remota", agregó.
La academia pontificia también señaló que los católicos tienen la obligación de usar vacunas de origen ético cuando estén disponibles, y tienen la obligación de hablar y solicitar el desarrollo de nuevas formas de desarrollo que no se deriven de fetos abortados.
El documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) de 2008, Dignitatis personae, criticó enérgicamente la investigación del tejido fetal abortado. El CDF dijo que los investigadores deberían "rechazar" el material incluso cuando no tengan "una conexión estrecha" con "las acciones de quienes realizaron la fertilización artificial o el aborto".
Con respecto a las vacunas comunes, como las de la varicela y el sarampión, las paperas y la rubéola, que podrían derivarse de células de bebés abortados, el Vaticano ha indicado que los padres podrían usarlas por "razones graves" como el peligro a la salud de sus hijos.
El 17 de abril, los principales obispos de los Estados Unidos escribieron al comisionado de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), Stephen Hahn, para solicitar que se desarrolle éticamente una vacuna contra el COVID-19.