El Arzobispo de Concepción (Chile), Fernando Chomali, reflexionó sobre los "dilemas bioéticos" a tener en cuenta antes de decidir si se retoman las clases presenciales en medio de la pandemia, y señaló que "la vida propia y la del otro" es "un bien superior que custodiar".
La educación en Chile entró en receso en marzo, a penas iniciado el año académico. En ese escenario, las instituciones educativas debieron ajustarse a la realidad y continuar el proceso educativo de los niños y jóvenes a distancia.
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En la actualidad, las autoridades sanitarias han permitido el retorno gradual de algunas actividades cotidianas, comerciales e industriales bajo estrictas normas de higiene. En otros casos, han decretado cuarentena parcial dependiendo el rebrote de casos que hoy registra un total de 515.042 personas y 14.340 muertes.
En ese contexto, el ministerio de Educación ha decretado el regreso a clases presenciales, voluntario y gradual bajo estrictas normas sanitarias.
En ese escenario, el Mons. Fernando Chomali expresó que todas las personas deben ser consideradas en las soluciones porque "comparten la misma dignidad".
"La decisión que se tome sobre esta materia debe tener en el centro a la persona por ser la causa, la razón de ser y la finalidad de toda institución auténticamente humana, sea pública o privada. Su bien y su resguardo es la condición de posibilidad del bien común", sostuvo.
"Todas las demás consideraciones han de estar supeditadas a esta, dado que la persona humana y su desarrollo integral, es la razón de ser de un establecimiento educacional".
En ese sentido, el integrante de la Comisión Nacional de Bioética de la Conferencia Episcopal de Chile consideró "muy peligroso y moralmente repudiable que razones económicas o de otra índole lleven a tomar decisiones que pongan en riesgo la vida de quienes integran una comunidad educativa".
El Arzobispo de Concepción analizó las variables relacionadas con la distribución de alumnos por sala de clases, los espacios de interacción, así como la inequidad existente entre los colegios que tendrían los recursos para aplicar medidas sanitarias y los que no.
Asimismo, recordó que en los establecimientos educacionales "confluyen personas muy diferentes y con historias de vida muy distintas", por lo que es "lícito y pertinente" preguntarse si se les puede obligar a impartir clases presenciales arriesgando su vida.
Si bien, hay quienes piensan que las clases presenciales son un "mal menor frente al mal que significa tener clases vía remota" y con sus consecuentes dificultades; Mons. Chomali expresó dijo que "hay un bien superior que custodiar, - que se transforma en un deber- la vida propia y la del otro".
"En las condiciones actuales nadie está moralmente obligado a ir a clases dado que el valor y el bien de la vida son superiores a cualquier otro bien que se quiera custodiar o promover. Creo que lo que corresponde en este tiempo es mucha prudencia, paciencia y creatividad".
En ese sentido, Mons. Chomali aseguró que es necesario "hacer un gran esfuerzo para mejorar el equipamiento tecnológico de los estudiantes, los profesores, los padres y apoderados, así como los canales de comunicación entre ellos".
"Puede ser un tiempo propicio para compartir experiencias y hacer del acceso a la tecnología un derecho. Es el momento de la creatividad para encontrar nuevos métodos de aprendizaje" y mejorar el acceso a la educación online.
El Arzobispo máster en Bioética por la Universidad Lateranense invitó a ver en este tiempo "una gran oportunidad para ser más fraternos, más humildes, y para estar más atentos a las necesidades de los demás. Si logramos aquello, este año será un año desde el punto de vista educativo, excepcional".
"Si la pandemia del coronavirus la enfrentamos con la pandemia de la solidaridad y le restamos la del individualismo, podemos tener una primavera pedagógica y social".
"No perdamos la esperanza de que pronto nos volveremos a encontrar. Será un momento de mucha alegría y emoción. Todos juntos iremos sanando las heridas que la pandemia nos ha dejado", manifestó Mons. Chomali.
"El amor todo lo puede, al punto de poder sacar hasta del mal, bien. No hay espacio para pesimismos estériles ni optimismos ingenuos, sino que para mirar la realidad tal cual es, pensar en la vida y la salud de todas las personas involucradas, promover el bien común y proyectar el futuro con fe, esperanza y caridad", concluyó.
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