El Papa Francisco destacó que el don de la esperanza cristiana no decepciona y da sentido a la vida, durante la Misa celebrada en el día de la conmemoración de todos los fieles difuntos.
Este 2 de noviembre, el Santo Padre presidió la Eucaristía en la iglesia del Campo Santo Teutónico, cementerio que se encuentra en el interior de los muros de la Ciudad del Vaticano, a las 04:00 p.m. (hora local).
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En su homilía pronunciada en forma improvisada, y no leída, el Pontífice recordó al personaje bíblico de Job, quien derrotado, casi habiendo terminado su existencia, a punto de morir, tuvo una certeza y dijo: "Yo sé que mi redentor está vivo… Yo veré a mi redentor, con estos ojos lo veré, lo veré yo mismo, mis ojos lo contemplarán y no otro".
En esta línea, el Papa explicó que "esa certeza en el momento en que casi terminó la vida, es la esperanza cristiana".
"Esa esperanza es un don, nosotros no podemos obtenerla, es un don que debemos pedir: 'Señor dame la esperanza'. Hay muchas cosas feas que nos llevan a desesperar, a creer que todo será una derrota final, que después de la muerte no hay nada, y la voz de Job vuelve, vuelve: 'Yo sé que mi redentor está vivo… y yo lo veré yo mismo con estos ojos'", advirtió el Papa.
En este sentido, el Santo Padre destacó también que "la esperanza no decepciona" según dijo San Pablo y añadió que "la esperanza nos atrae y nos da un sentido a la vida" pues "yo no veo el más allá, pero la esperanza es el don de Dios que nos atrae hacia la vida, hacia la alegría eterna".
"La esperanza es un ancla que nosotros tenemos de la otra parte. Nosotros aferrados a la cuerda nos sostenemos", afirmó.
Por ello, el Papa Francisco invitó a repetir las palabras de Job -yo sé que mi redentor está vivo y que lo veré- "en los momentos de alegría y en los momentos feos, en los momentos de muerte, digámoslo así".
Además, el Santo Padre alentó a pedir al Señor la esperanza, ya que "esta certeza es un don de Dios porque nosotros no podremos tener la esperanza con nuestras fuerzas, sino que debemos pedirla, porque la esperanza es un don gratuito que nosotros no merecemos nunca, es dado, es Gracia" y reiteró que "esta esperanza no decepciona".
"El fin de la esperanza es ir hacia Jesús. El Señor es quien nos recibe, es allí donde está el ancla. La vida en esperanza es vivir así, aferrados con la cuerda en la mano, fuerte, sabiendo que el ancla está allá arriba y esa ancla no decepciona", dijo el Papa.
Por último, el Pontífice sugirió que al pensar "en tantos hermanos y hermanas que se han marchado, nos hará bien mirar los cementerios y mirar hacia arriba. Y repetir como Job: 'Yo sé que mi redentor vive, y yo lo veré yo mismo, mis ojos lo contemplarán y no otro'. Y esta es la fuerza que nos da la esperanza, este don gratuito que es la virtud de la esperanza, que el Señor nos la dé a todos nosotros".
Al finalizar la Eucaristía, el Santo Padre rezó brevemente en las tumbas del cementerio del Campo Santo Teutónico acompañado por el rector. Después, se dirigió brevemente a las Grutas Vaticanas, en donde se encuentran las tumbas de varios Papas, y allí rezó por los Pontífices difuntos.