En la noche entre el 20 y el 21 de julio del año 1945 el sacerdote italiano Luigi Lenzini fue asesinado por partisanos comunistas por odio a la fe en la localidad de Crocette di Pavullo, durante la persecución religiosa que se desató en la región italiana de Emilia-Romaña tras la Segunda Guerra Mundial.
El Papa Francisco reconoció el martirio, por lo que el P. Lenzini será beatificado.
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El P. Luigi Lenzini nació en Fiumalbo (Italia), el 28 de mayo de 1881. En 1897 ingresó en el seminario de su ciudad y en 1901 se trasladó al de Módena. Recibió el orden sacerdotal el 19 de marzo de 1904.
En 1941 recibió el encargo de párroco de Crocette di Pavullo, una pequeña parroquia de poco más de 600 personas geográficamente muy dispersas en un territorio muy amplio.
Este encargo pastoral llegó en un momento complicado en plena Segunda Guerra Mundial, en una zona donde la resistencia a la ocupación nazi y fascista de Italia estaba monopolizada por facciones comunistas con un fuerte odio a la fe. Entre 1945 y 1946, ya terminada la guerra, murieron asesinados 22 sacerdotes.
La noche del 20 al 21 de julio de 1945 solicitaron la presencia del P. Lenzini para administrar los sacramentos a un moribundo. El sacerdote se dio cuenta inmediatamente de que se trataba de una mentira, una excusa para alejarlo de la parroquia, pues acababa de visitar en persona a aquel enfermo.
Convencido de que lo buscaban para matarlo, pidió ayuda a los vecinos e hizo sonar las campanas de la iglesia. Sorprendidos por la reacción del sacerdote, los partisanos comunistas abrieron fuego contra las viviendas para asustar a los vecinos y evitar que nadie saliera en auxilio del sacerdote.
Los partisanos sacaron a la fuerza al P. Lenzini de su casa y lo trasladaron a una zona aislada. Lo obligaron a excavar su propia fosa y, después de haberlo golpeado hasta dejarlo al borde de la muerte, lo castraron, le arrancaron las uñas y lo asesinaron de un golpe en la cabeza. Su cuerpo fue encontrado el 28 de julio.
La tortura y asesinato del P. Lanzini se produjo en el contexto de la descomposición del Estado italiano posterior a la Segunda Guerra Mundial. El país había estado ocupado por fuerzas nazis y fascistas y la liberación se había producido a cargo de los ejércitos aliados con la ayuda de partisanos.
Estos grupos partisanos, cuyos integrantes tenían todo tipo de ideología, fueron rápidamente dominados por las corrientes comunistas que funcionaban como elementos leales a la Unión Soviética de Stalin, que por medio de ellos pretendía extender su influencia por la Europa de postguerra.
El Estado italiano, devastado tras la guerra, se enfrentaba a un proceso constitucional que incluía la derogación de la monarquía.
Durante ese proceso, que concluyó con la proclamación de la actual República Italiana en junio de 1946, las autoridades no eran capaces de controlar todo el territorio y ese vacío de poder fue rápidamente ocupado por los partisanos comunistas que instauraron su propia ley.
El Partido Comunista ideó un proceso de eliminación de la religión católica e inició una persecución anticlerical en las zonas bajo su control. La región de Emilia-Romaña fue una de las más afectadas por la violencia anticlerical.
La proclamación de la nueva Constitución en 1948 y la victoria del candidato demócrata-cristiano, De Gasperi, en las primeras elecciones legislativas, alejó el fantasma de la imposición de un régimen comunista en Italia en la órbita de la Unión Soviética.