El Papa Francisco mostró su dolor por las personas con autoridad en la Iglesia que se sirven de su posición para buscar sus propios intereses. "Es doloroso ver cuando en la Iglesia las personas que tienen autoridad buscan sus propios intereses", afirmó durante el rezo del Ángelus este domingo 4 de octubre.
En su comentario previo al rezo del Ángelus, el Pontífice comentó la lectura evangélica del día en la que "Jesús, previendo su pasión y muerte, narra la parábola de los viñadores asesinos, para advertir a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo que están por emprender un camino errado. Tienen, en efecto, malas intenciones con Él y buscan la manera de eliminarlo".
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En el relato evangélico se "describe a un propietario que, después de haber cuidado mucho su viña, tiene que ausentarse y se la arrenda a unos labradores".
"Luego, cuando llega el tiempo de la cosecha envía a algunos siervos a recoger los frutos; pero los viñadores los reciben a palos e incluso matan a algunos. El propietario manda a otros siervos, más numerosos, que, sin embargo, reciben el mismo trato. El colmo llega cuando el propietario decide enviar a su hijo: los viñadores no le tienen ningún respeto, al contrario, piensan que eliminándolo podrán adueñarse de la viña, y así lo matan también".
El Santo Padre explicó que "la imagen de la viña representa al pueblo que el Señor ha elegido y formado con tanto cuidado; los siervos mandados por el propietario son los profetas, enviados por Dios, mientras que el hijo es una figura de Jesús. Y así como fueron rechazados los profetas, también Cristo fue rechazado y asesinado".
Al final del relato, "Jesús pregunta a los jefes del pueblo: 'Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?'. Y ellos, llevados por la lógica del relato, pronuncian su propia condena: el dueño, dicen, castigará severamente a esos malvados y 'arrendará la viña a otros labradores, que le paguen los frutos a su tiempo'".
"Con esta dura parábola", continuó el Papa Francisco, "Jesús pone a sus interlocutores frente a su responsabilidad, y lo hace con extrema claridad. Pero no pensemos que esta advertencia vale solamente para los que rechazaron a Jesús en aquella época. Vale para todos los tiempos, incluido el nuestro. También hoy Dios espera los frutos de su viña de aquellos que ha enviado a trabajar en ella. Todos nosotros".
En cada época, "los que tienen autoridad en el pueblo de Dios pueden sentir la tentación de seguir su propio interés en lugar del de Dios. Pero la viña es del Señor, no nuestra. La autoridad es un servicio, y como tal debe ser ejercida, para el bien de todos y para la difusión del Evangelio".
Por último, hizo una breve reflexión sobre la segunda lectura del día en la que San Pablo "nos dice cómo ser buenos obreros en la viña del Señor: todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso tenedlo en cuenta".
"Nos convertiremos así en una Iglesia cada vez más rica en frutos de santidad, daremos gloria al Padre que nos ama con infinita ternura, al Hijo que sigue dándonos la salvación, al Espíritu que abre nuestros corazones y nos impulsa hacia la plenitud del bien", concluyó.