El Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Pietro Parolin, defendió este sábado el controvertido acuerdo del Vaticano con China, alegando que todos los papas recientes esperaban tal acuerdo sobre el nombramiento de obispos.
El Purpurado confirmó el 3 de octubre, en Milán (Italia), que la Santa Sede estaba comprometida a renovar el acuerdo, que expira el 22 de octubre, señalando que era "solo un punto de partida" para mejorar las relaciones entre los dos estados.
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"Para que el diálogo dé frutos más consistentes es necesario continuarlo. De parte de la Santa Sede, por tanto, existe el deseo de que el acuerdo se prorrogue, ad experimentum [provisionalmente] como hasta ahora, para comprobar su utilidad", dijo el Cardenal durante un evento con motivo del 150 aniversario de la presencia del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras (PIME) en China.
Vatican News informó que el Cardenal Parolin reiteró lo que ya había escrito en febrero al Cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, de que Benedicto XVI había aprobado el proyecto de acuerdo sobre los nombramientos de obispos que "solo podría firmarse en 2018".
El Secretario de Estado del Vaticano abordó lo que llamó "malentendidos" sobre el acuerdo, que ha sido criticado tanto dentro como fuera de la Iglesia. Los críticos argumentan que representa una traición a los católicos "clandestinos" que han permanecido leales al Papa Francisco a pesar de la persecución y que ha impedido que el Vaticano denuncie flagrantes abusos de derechos humanos en China.
La República Popular China fue objeto de conversaciones esta semana entre el Cardenal Parolin y el Secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, quien ha argumentado que el acuerdo no ha logrado proteger a los católicos de China de una ofensiva contra los creyentes religiosos bajo el presidente Xi Jinping.
El Purpurado dijo: "Han surgido algunos malentendidos. Muchos de estos surgen de la atribución al acuerdo provisional entre la Santa Sede y la República Popular China de objetivos que este acuerdo no tiene. O de dar al acuerdo hechos ajenos a la vida de la Iglesia católica en China. O incluso vínculos con temas políticos que nada tienen que ver con este acuerdo".
"Recuerdo una vez más, y en este punto la Santa Sede nunca ha dejado lugar a malentendidos o confusiones, que el acuerdo del 22 de septiembre de 2018 se refiere exclusivamente al nombramiento de obispos", dijo,
Reconoció que había "muchos otros problemas" que enfrenta la Iglesia en China, que comprende a más de 10 millones de católicos.
"Pero no ha sido posible abordarlos todos juntos y sabemos que el camino hacia la plena normalización seguirá siendo largo, como predijo Benedicto XVI en 2007 [el año en que escribió una carta a los católicos chinos]. Sin embargo, la cuestión del nombramiento de obispos es de particular importancia. De hecho, es el problema que más ha hecho sufrir a la Iglesia católica en China en los últimos 60 años", dijo.
Un acuerdo sobre los nombramientos era vital para evitar nuevas ordenaciones episcopales ilícitas, dijo el cardenal, y explicó que el Vaticano decidió "enfrentar y resolver este delicado problema de una vez por todas".
"Pero la experiencia de tantas décadas mostró (y muestra) que tal solución necesariamente pasó (y pasa) por un acuerdo entre la Santa Sede y las autoridades de la República Popular China. Por eso, la Santa Sede ha subrayado repetidamente que el objetivo del acuerdo es principalmente eclesial y pastoral", dijo.
Dijo que la Iglesia esperaba que ahora pudiera "definitivamente" evitar futuras consagraciones ilícitas, y destacó que hoy todos los obispos chinos están en comunión con el Papa.
El objetivo pastoral, continuó, era "ayudar a las Iglesias locales a disfrutar de condiciones de mayor libertad, autonomía y organización, para que puedan dedicarse a la misión de anunciar el Evangelio y contribuir al desarrollo integral de la persona y la sociedad".
En su discurso de apertura de la conferencia titulada "Otra China. Tiempo de crisis, tiempo de cambio", el Cardenal Parolin trazó la historia de las relaciones de la Iglesia católica con China, comenzando con la misión del jesuita italiano Matteo Ricci en el siglo XVI.
Señaló que en 1951, el año en que la República Popular Comunista de China rompió relaciones con la Santa Sede, las autoridades chinas y los líderes de la Iglesia intentaron forjar un acuerdo que permitiera a los católicos locales continuar reconociendo al Papa como su autoridad religiosa, mientras seguían el dictado del gobierno.
"Esto demuestra que desde la época de Pío XII, la Santa Sede sintió la necesidad del diálogo, aunque las circunstancias de la época lo hacían muy difícil", dijo.
Pero luego de cuatro borradores de un posible acuerdo, el intento fue abandonado, generando "desconfianza mutua". "Es un fracaso que ha marcado toda la historia posterior", agregó
Solo décadas después pudo comenzar el diálogo nuevamente, dijo el Cardenal Parolin, recordando un viaje exploratorio a China que hizo el cardenal francés Roger Echegaray en 1980.
"Desde entonces, ha comenzado un camino que, en medio de altibajos, ha llevado al presente", dijo.
El cardenal agregó que vio señales de que el acuerdo estaba comenzando a superar las divisiones entre los católicos pertenecientes a las iglesias "clandestinas" y sancionadas por el Estado de China, lo que enfatizó que era un objetivo fundamental del acuerdo.
El acuerdo también buscaba consolidar "un horizonte internacional de paz, en este momento en el que vivimos tantas tensiones a nivel mundial".
El Cardenal Parolin concluyó que el acuerdo siguió una línea que "de Benedicto XVI conduce al Papa Francisco, una línea dirigida más al futuro que al presente, más a la Iglesia que debe crecer en China que a las disputas de ayer y hoy".
Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en CNA.