Una joven profesional médica del área de Portland, en Oregon (Estados Unidos), ha sido despedida este año de una clínica católica por oponerse a la anticoncepción, a pesar ser un lugar que debería seguir la enseñanza de la Iglesia sobre cuestiones bioéticas.
"No sólo es desafortunado el hecho de que la santidad de la vida humana se esté socavando en nuestros sistemas católicos de salud; el hecho de que se promueva y tolere es inaceptable y francamente escandaloso", dijo la asistente médica Megan Kreft a CNA –agencia en inglés del Grupo ACI–.
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Kreft asistió a la Universidad de Ciencias y Salud de Oregon, en Portland. Como era de esperar, en la escuela de medicina se encontró con procedimientos como la anticoncepción, la esterilización, los servicios para personas "transgénero" y tuvo que excusarse de todos ellos.
Ella obtuvo una exención por razones religiosas mientras estaba en el colegio, pero finalmente su experiencia en la escuela de medicina la llevó a descartar trabajar en los campos de atención primaria o la salud de la mujer, debido a que generalmente los profesionales médicos en esos campos tienden a aceptar más procedimientos objetables como el aborto o el suicidio asistido.
"En el campo de la medicina estamos llamados a cuidar realmente la mente, el cuerpo y el espíritu", señaló, y agregó que, como paciente, ha luchado por encontrar atención médica que siga sus lineamientos de vida.
Aun así, Kreft quería estar abierta a cualquier cosa que Dios la llamara, y se encontró con un puesto de asistente médica en Providence Medical Group, una clínica local en Sherwood, Oregon. El centro médico es parte de Providence St. Joseph Health, un sistema católico con clínicas en todo el país.
"Tenía la esperanza de que al menos mi deseo de practicar la medicina de acuerdo con mi fe y conciencia fuera tolerado como mínimo", dijo Kreft.
La clínica le ofreció el trabajo. Como parte del proceso de empleo, se le pidió que firmara un documento en el que aceptaba ajustarse a la identidad y misión católicas de la institución, y a las directivas éticas y religiosas para organizaciones de salud católicas (conocidas por sus siglas en inglés como ERDs) de los obispos de Estados Unidos, que brindan orientación católica autorizada sobre problemas bioéticos.
A Kreft le pareció prometedor, ya que no solo se toleraría un enfoque católico de la atención médica en su nuevo lugar de trabajo, sino que, al menos en papel, sería obligatorio para ella y para los demás empleados. Prontamente firmó las directivas y aceptó el puesto.
Sin embargo, antes de que Kreft comenzara a trabajar, dijo que uno de los administradores de la clínica se acercó a ella para preguntarle qué procedimientos médicos estaría dispuesta a ofrecer.
En la lista provista, además de muchos procedimientos benignos como suturas o remoción de uñas de los pies, había procedimientos como vasectomías, inserciones de dispositivos intrauterinos y anticoncepción de emergencia.
Kreft se sorprendió bastante al ver esos procedimientos en la lista, porque todos ellos van en contra de los ERDs. No obstante, la clínica se los ofrecía a los pacientes de manera bastante abierta, comentó.
La trabajadora de salud dijo que fue desalentador, pero se comprometió a mantener su conciencia.
Durante las primeras semanas de trabajo, Kreft dijo que un médico le recomendó que derivara a una paciente para que se sometiera a un aborto. También descubrió que la clínica alentaba a los proveedores a recetar anticonceptivos hormonales.
Kreft se acercó a la administración de la clínica para decirles que no planeaba participar o derivar a esos servicios.
"No pensé que tenía que ser explícita con eso, porque una vez más, la organización dijo que estos no eran servicios que proporcionaban, pero yo quería estar al frente y encontrar un camino a seguir", señaló Kreft.
También pidió consejo al Centro Nacional Católico de Bioética (NCBC, por sus siglas en inglés), un centro de investigación ubicado en Filadelfia (Pensilvania), cuya su misión es promover y salvaguardar la dignidad de la persona humana, participando así en el ministerio de Jesucristo y de la Iglesia.
Kreft dijo que pasó muchas horas hablando por teléfono con el Dr. Joe Zalot, un especialista en ética del personal del NCBC, elaborando estrategias sobre cómo abordar los dilemas éticos que enfrentaba.
La mayoría de las personas no son conscientes de los matices de la bioética católica, y el NCBC existe para ayudar a este propósito, dijo Zalot.
Además, el especialista dijo que el NCBC con frecuencia recibe llamadas de profesionales de la salud que están siendo presionados para actuar de una manera que viola su conciencia. La mayoría de las veces, son médicos católicos en un sistema secular.
Pero de vez en cuando, dijo, reciben llamadas de católicos que trabajan en sistemas de salud católicos, como Megan, que están siendo presionados de manera similar.
"Vemos que los sistemas de salud católicos hacen cosas que no deberían hacer, y algunos son peores que otros", comentó.
Kreft habló con el gerente de su clínica y otro directivo sobre sus preocupaciones y le dijeron que la organización "no vigila a los médicos" y que la relación paciente-médico es privada y sagrada.
Kreft encontró la respuesta de la clínica insatisfactoria.
"Si usted es un sistema que no valora los [ERDs] y los ve como trámites burocráticos y no va a hacer el esfuerzo de ver que estén integrados o que el personal y los médicos los comprendan, es casi es mejor no [firmarlos]. Seamos coherentes aquí; estaba recibiendo mensajes muy contradictorios", dijo Kreft.
Kreft señaló que el gerente de su clínica en un momento le dijo que los puntajes de satisfacción del paciente de la clínica podrían bajar si no recetaba anticonceptivos. Finalmente, la clínica prohibió a Kreft atender a cualquier paciente femenina en edad fértil, explícitamente debido a sus creencias sobre la anticoncepción.
Uno de los últimos pacientes que vio Kreft fue una mujer joven a quien había visto anteriormente por un problema no relacionado con la planificación familiar o la salud de la mujer. Pero al final de la visita, le pidió a Kreft un anticonceptivo de emergencia.
Kreft trató de escuchar con compasión, pero le dijo a la paciente que no podía recetar o derivar para anticoncepción de emergencia, citando las propias políticas de Providence al respecto.
Sin embargo, cuando Kreft salió de la habitación, se dio cuenta de que otro proveedor de atención médica había intervenido y estaba recetando a la paciente anticoncepción de emergencia.
Unas semanas más tarde, el director médico regional llamó a Kreft para una reunión y le dijo que sus acciones habían traumatizado y "hecho daño al paciente" y, por lo tanto, había roto el juramento hipocrático.
"Esas son afirmaciones grandes y significativas sobre un proveedor de atención médica. Yo estaba operando con amor y cuidado por esta mujer, cuidándola desde un punto de vista médico y espiritual. La paciente estaba experimentando un trauma, pero era por la situación en la que se encontraba", dijo Kreft.
Más tarde, Kreft se acercó a la clínica y preguntó si le permitirían tomar un curso de Planificación Familiar Natural y se negaron porque "no era relevante" para su trabajo.
Los ERDs afirman que las organizaciones sanitarias católicas deben proporcionar formación en Planificación Familiar Natural como alternativa a la anticoncepción hormonal. Kreft dijo que no sabía si alguien en la clínica estuviera capacitado para ello.
Finalmente, la clínica y recursos humanos informaron a Kreft que debía firmar un documento de "expectativas de desempeño", indicando que si un paciente solicita un servicio que ella misma no brinda, estaba obligada a derivar al paciente a otro proveedor de atención médica de Providence.
Esto implicaría que Kreft remitiera a servicios que, según su criterio médico, consideraban un detrimento para la paciente, como ligaduras de trompas y abortos.
Kreft dijo que escribió a los líderes del sistema de salud recordándoles su identidad católica y preguntándoles por qué había tanta desconexión entre los ERDs y las prácticas del centro médico. Ella dice que nunca recibió respuesta a sus preguntas sobre los ERDs.
En octubre de 2019, recibió un aviso de rescisión de 90 días porque no quiso firmar el formulario.
A través de la mediación facilitada por Thomas More Society, un bufete de abogados católico, Kreft acordó no demandar a Providence y ya no tenía el empleo a principios de 2020.
Su objetivo al llegar a un acuerdo, dice, era poder contar su historia libremente -algo que el litigio tal vez no le permitió hacer- y ser una fuente de apoyo para otros profesionales médicos que tienen objeciones similares.
Kreft también presentó una queja ante la Oficina de Derechos Civiles del Departamento de Salud y Servicios Sociales de los Estados Unidos (HHS9, que trabaja con los empleadores para elaborar un plan de acción correctiva para remediar las violaciones de derechos civiles e incluso podría retirar fondos federales si las violaciones continúan.
La trabajadora de salud dijo que actualmente no hay actualizaciones importantes sobre esa demanda y que "la pelota" está actualmente en la cancha del HHS.
Providence Medical Group no respondió a la solicitud de comentarios de CNA.
Kreft dijo que al practicar la atención médica provida, ella había querido ser "una pequeña luz" en su clínica, pero eso "no fue tolerado ni permitido en la organización en absoluto".
"Esperaba [oposición] en un hospital secular, donde hice mi entrenamiento, pero el hecho de que esté ocurriendo dentro de Providence es escandaloso. Y confunde a los pacientes y sus seres queridos", añadió.
También recomendó que cualquier profesional de la salud que enfrenta un dilema ético se comunique con el NCBC, ya que pueden ayudar a traducir y aplicar las enseñanzas de la Iglesia a situaciones de la vida real.
Zalot recomendó que todos los trabajadores de la salud católicos se familiaricen con las protecciones de conciencia vigentes en el hospital o clínica donde trabajan y, si es necesario, busquen representación legal.
También aconsejó que si los trabajadores o los pacientes observan que los hospitales católicos hacen cosas contrarias a los ERDs, deben comunicarse con su diócesis.
"El NCBC puede, por invitación de un obispo local, realizar una auditoría de la catolicidad de un hospital y presentar recomendaciones al obispo", dijo.
Kreft, de alguna manera, todavía está conmovida después de haber sido despedida seis meses en su primer trabajo médico.
Actualmente, está tratando de ser una defensora de otras personas que pueden estar en una situación similar, y espera alentar a los hospitales católicos a optar por reformarse y brindar "la atención médica de afirmación a la vida para la que fueron fundados".
"Probablemente hay otros proveedores de atención médica, incluso dentro de Providence, que han experimentado situaciones similares. Pero imagino que Providence no es el único sistema de salud católico en el país que lucha con esto", añadió.
Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en CNA.