En su mensaje para la Cuaresma 2004, titulado “El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe”, el Papa Juan Pablo II llamó a los cristianos a identificarse con los niños, así como a examinar “cómo son tratados los niños en nuestras familias, en la sociedad civil y en la Iglesia”.
En el mensaje, presentado hoy por Mons. Paul Joseph Cordes, Presidente del Pontificio Consejo “Cor Unum”, el Pontífice recuerda que “Jesús amó a los niños y fueron sus predilectos ‘por su sencillez, su alegría de vivir, su espontaneidad y su fe llena de asombro’”.
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“Junto a los niños –continúa el Papa-, el Señor sitúa a los ‘hermanos más pequeños’, esto es, los pobres, los necesitados, los hambrientos y sedientos, los forasteros, los desnudos, los enfermos y los encarcelados. Acogerlos y amarlos, o bien tratarlos con indiferencia y rechazarlos, es como si se hiciera lo mismo con Él, ya que El se hace presente de manera singular en ellos”.
Ser como niños
“’Convertirse’ en pequeños y ‘acoger’ a los pequeños son dos aspectos de una única enseñanza, que el Señor renueva a sus discípulos en nuestro tiempo. Sólo aquél que se hace ‘pequeño’ es capaz de acoger con amor a los hermanos más ‘pequeños’”, explica el Papa en el documento.
El texto elogia luego a los creyentes “que buscan seguir con fidelidad estas enseñanzas del Señor”; y recuerda especialmente “a los padres que no dudan en tener una familia numerosa, a las madres y padres que en vez de considerar prioritaria la búsqueda del éxito profesional y la carrera, se preocupan por transmitir a los hijos aquellos valores humanos y religiosos que dan el verdadero sentido a la existencia”.
Luego de referirse con grata admiración en todos los que se hacen cargo de la formación de la infancia en dificultad, y alivian los sufrimientos de los niños”; el Pontífice señala también “el egoísmo de quienes no ‘acogen’ a los niños”.
“Hay menores profundamente heridos por la violencia de los adultos: abusos sexuales, instigación a la prostitución, al tráfico y uso de drogas, niños obligados a trabajar, enrolados para combatir, inocentes marcados para siempre por la disgregación familiar, niños pequeños víctimas del infame tráfico de órganos y personas”, señala el documento.
“Queridos hermanos y hermanas –concluye el Papa,- iniciemos con confianza el itinerario cuaresmal, animados por una más intensa oración, penitencia y atención a los necesitados. Que la Cuaresma sea ocasión útil para dedicar mayores cuidados a los niños en el propio ambiente familiar y social: ellos son el futuro de la humanidad”.
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