Al finalizar el rezo del Ángelus este domingo 23 de agosto, el Papa Francisco expresó su cercanía "a la población del Cabo Delgado, en el norte de Mozambique, que está sufriendo a causa del terrorismo internacional".
La provincia de Cabo Delgado, una región del norte de Mozambique con amplia presencia musulmana en un país donde el islam es minoritario, está padeciendo desde hace meses una ofensiva del grupo yihadista Ahlu Sunnah Wa Jama, que afirma ser una sucursal de Estado Islámico.
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En su mensaje posterior al rezo del Ángelus en el Vaticano, el Pontífice recordó la visita que realizó el año pasado a Mozambique en su viaje apostólico por varios países africanos.
Estas palabras del Papa se producen unos días después de que llamara al Obispo de Pemba, en dicha región de Cabo Delgado, para darle ánimos por los ataques de este grupo yahidista.
"Me dijo que está cerca del Obispo y de todo el pueblo de Cabo Delgado y acompaña la situación vivida en nuestra provincia con mucha preocupación y que reza por nosotros", explicó Mons. Luiz Fernando Lisboa en un texto difundido en la página de Facebook de la diócesis.
El Obispo explicó al Papa "a difícil situación de Mocímboa da Praia que, en este momento, está tomada por los insurgentes y que dos religiosas de la Congregación de São José de Chamberry que trabajaban allí no han estado en contacto con la diócesis en la última semana, a lo que el Papa respondió: '¡Qué triste!' y prometió rezar también por esa intención".
La ciudad de Mocímboa da Praia, un pequeño pero estratégico puerto en las costas del Océano Índico, cayó recientemente en poder de los yihadistas después de derrotar al ejército de Mozambique, que trata en la actualidad de recuperar la plaza.
Los terroristas han destruido la iglesia católica, la escuela secundaria Januário Pedro, el Hospital del Distrito de Mocímboa da Praia, viviendas particulares, negocios y automóviles. Cientos de personas han huido y tratan de conseguir refugio en distintas zonas del país.
Las actividades terroristas de Ahlu Sunnah Wa Jama comenzaron en 2017, pero en los últimos meses han experimentado un crecimiento exponencial coincidiendo con su sometimiento a Estado Islámico, que aunque ha perdido casi todos sus territorios en Irak, Siria y Libia, sigue teniendo gran capacidad operativa y financiera para desarrollar actividades terroristas y guerrilleras y combatir en condiciones de igualdad con ejércitos regulares.