El Papa Francisco hizo un llamado a acabar con el individualismo y preocuparse por los demás, restaurando así la armonía y la comunión creada y querida por Dios para la humanidad.
El Santo Padre hizo este pedido en la catequesis de la Audiencia General que presidió desde la Biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano este miércoles 12 de agosto, en la que señaló que "la pandemia ha puesto de relieve lo vulnerables e interconectados que estamos".
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"Si no nos preocupamos los unos de los otros, empezando por los últimos, de aquellos que están más afectados, incluso de la creación, no podremos curar el mundo".
Alabó "el compromiso de tantas personas que en estos meses están dando muestra del amor humano y cristiano hacia el prójimo, dedicándose a los enfermos incluso poniendo en riesgo la propia salud".
Sin embargo, "el coronavirus no es la única enfermedad a combatir, sino que la pandemia ha sacado a la luz patologías sociales más amplias".
"Una de ellas es la visión distorsionada de la persona, una mirada que ignora su dignidad y su carácter relacional. En ocasiones miramos a los demás como objetos de usar y tirar. EN realidad, este tipo de mirada nos ciega y fomenta una cultura del descarte individualista y agresiva que transforma al ser humano en un bien de consumo".
Por el contrario, "a la luz de la fe sabemos que Dios mira al hombre y a la mujer de otra manera. Él no nos ha creado como objetos, sino como personas amadas y capaces de amar, a su imagen y semejanza".
De esta manera, "nos ha dotado de una dignidad única, invitándonos a vivir en comunión con Él, con nuestras hermanas y nuestros hermanos, en el respeto de toda la creación. En comunión, en armonía. La creación es una armonía en la cual estamos llamados a vivir".
Por el contrario, "tratar de trepar en la vida, de ser superiores a los demás, destruye la armonía. Es la lógica del dominio, de dominar a los demás. La armonía es otra cosa, es servicio".
Invitó a pedir al Señor "que nos de ojos atentos a los hermanos y hermanas, especialmente a aquellos que sufren. Como discípulos de Jesús no queremos ser indiferentes ni individualistas. Dos malas actitudes contra la armonía. Indiferente: miro para otro lado. Individualista: solo para mí, mirar solo a mi interés".
"La armonía creada por Dios te pide mirar a los demás, las necesidades de los demás, los problemas de los demás, estar en comunión". "La armonía te lleva a reconocer la dignidad humana, el hombre al centro".
Subrayó que "el creyente, contemplando al prójimo como a un hermano y no como a un extranjero, lo mira con compasión y empatía, no con desprecio y enemistad. Y contemplando el mundo a la luz de la fe, se dispone a desarrollar, con ayuda de la gracia, su creatividad y su entusiasmo para resolver los dramas de la historia".
Por último, puso el acento en que "al mismo tiempo que trabajamos para hallar una cura a un virus que golpea a todos sin distinción, la fe nos exhorta a comprometernos seria y activamente para contrarrestar la indiferencia ante la violencia contra la dignidad humana".