El Papa Francisco afirmó que piensa a menudo en el Líbano después de la catástrofe causada por la explosión de 2,750 toneladas de nitrato de amonio el pasado martes 4 de agosto en el puerto de Beirut que causó más de 150 muertos y 5.000 heridos.

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El Pontífice reconoció, al finalizar el rezo del Ángelus este domingo 9 de agosto en el Vaticano, que la convivencia en este país de Oriente Medio vive un período complicado debido a las inestabilidades internas y al contexto de la región, pero señaló que reza para que "con la ayuda de Dios y la leal participación de todos, pueda renacer libre y fuerte".

"La catástrofe del martes pasado llama a todos, empezando por los libaneses, a colaborar por el bien común de este amado país. El Líbano tiene una identidad peculiar, fruto del encuentro de varias culturas, que ha surgido con el tiempo como modelo de convivencia. Ciertamente esta convivencia ahora es muy frágil", indicó.

Al mismo tiempo, invitó "a la Iglesia en el Líbano a estar cerca del pueblo en su Calvario, como está haciendo en estos días, con solidaridad y compasión, con el corazón y las manos abiertas al compartir".

Asimismo, renovó "el llamamiento para una ayuda generosa por parte de la comunidad internacional".

Por último, pidió a los Obispos del país, a los sacerdotes y religiosos "que estén cerca del pueblo y que vivan con un estilo de vida marcado por la pobreza evangélica, sin lujo, porque vuestro pueblo sufre, y sufre mucho".