En un discurso dirigido a un grupo de obispos franceses en visita Ad Limina, el Papa Juan Pablo II señaló este sábado que la renovación de la identidad sacerdotal es el único antídoto frente a la escasez alarmante de clero en Francia.
El Pontífice centró su discurso en la preocupación por el futuro del sacerdocio en Francia y la “situación especialmente alarmante por la que atraviesa ese país” debido al reducido número de sacerdotes y a la escasez de vocaciones sacerdotales”.
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“Comprendo muy bien que os podáis sentir desmoralizados ante esta situación”, dijo el Papa, “pero os invito a la esperanza y a un compromiso cada vez más decidido en favor del sacerdocio.” “La crisis que atraviesa la Iglesia”, agregó, se debe en gran parte a la repercusión de los cambios sociales, “a nuevas formas de conducta, a la pérdida de valores religiosos y morales y a la difusión de la mentalidad consumista”.
El Papa invitó a los obispos a definir y a comunicar la imagen del sacerdote como la de aquel que considera el sacerdocio “grande y bello” y demuestra “entusiasmo por la misión de la Iglesia”. Un sacerdote llamado a servir a su prójimo y a encontrar en ese servicio “alegría y equilibrio”.
Uno de los peligros que entraña la sociedad moderna para un sacerdote, dijo el Santo Padre, es el de “descuidar su vida espiritual o permitir que se debilite.” “Cuanto más dura es la carga, más importante es estar cerca del Señor para encontrar en Él la gracia necesaria para el servicio pastoral y su acogida por los fieles”.
Juan Pablo II pidió a los obispos que estuvieran cerca de sus sacerdotes y a éstos que hicieran lo mismo entre ellos para “potenciar la fraternidad sacerdotal y la colaboración pastoral”.
Juan Pablo II señaló que los sacerdotes deben tener una vida comunitaria activa y robusta para ayudarse unos a otros en su ministerio y en la resolución de los problemas. “La participación en una asociación sacerdotal supone una ayuda preciosa”, subrayó.
Después, el Santo Padre habló de la “dimensión esencial” de la vida sacerdotal, “el celibato y la castidad”, afirmando que es un concepto a menudo mal interpretado y que demasiadas veces se considera un “obstáculo” al servicio.
“Invito a los sacerdotes a ser diligentes frente a las seducciones del mundo y a hacer con regularidad un examen de conciencia para vivir siempre en profundidad su compromiso, que les asemeja a Cristo, casto y completamente entregado al Padre”.
Los sacerdotes jóvenes deben ser acompañados, explicó, por sacerdotes más maduros y sabios y contar a veces con “ayudas espirituales y psicológicas apropiadas”.
“La creciente descristianización –concluyó el Papa- es el desafío más grande del momento actual y os pido que subrayéis este hecho movilizando en este sentido a todos los sacerdotes de vuestras diócesis”.
Urge la evangelización