Cada 13 de julio la Iglesia Católica celebra a Santa Clélia Barbieri, religiosa italiana fallecida tempranamente, considerada como la fundadora más joven de la historia de la Iglesia.

Con poco más de 20 años dio inicio a lo que sería la congregación de las Hermanas Mínimas de Nuestra Señora de los Dolores, perteneciente a la familia espiritual de la Orden de los Servitas.

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Clélia Barbieri nació en San Giovanni, Persiceto (Italia) el 13 de febrero de 1847. Sus padres, buenos católicos, la introdujeron en la fe y la piedad. Desde pequeña conoció las dificultades propias de una vida con pocos recursos económicos. Su padre provenía de una familia pobre y, aunque su madre poseía mayor fortuna, al hogar de los Barbieri nunca le sobró nada. Por eso, cuando el padre de Clélia murió -ella tenía solo ocho años- la familia empezó a pasar apuros económicos.

Buscando la voluntad del Señor

Clélia hizo la Primera Comunión el 17 de junio de 1858. A pesar de sus cortos años, ya evidenciaba una madurez en la fe poco común. Se descubría llamada a hacer todo por amor a Cristo e inclinada a agradarle en todas las cosas.

A través de la lectura de La práctica de amar a Jesucristo de San Alfonso María de Ligorio, la jovencita descubrió un horizonte espiritual inmenso, que la impulsaba a practicar el amor a Dios y a los hermanos, así como al compromiso de llevar una vida de pureza y disciplina ascética. El seguimiento de Jesucristo fue camino de amor y libertad para Clélia.

Clélia fue reflejando precisamente ambas dimensiones de la vida cristiana, las que coronaba con su carácter afable y cálido. Todos le guardaban cariño y aprecio, ahí donde estuviera: en la escuela, en la catequesis, en el hogar. Así, con el rápido paso de los años, ya siendo adulta, se animó a poner en práctica la vida en común para servir mejor a Dios.

“Hermanas mínimas”

El 1 de mayo de 1868, con otras tres compañeras, se mudó a una casa muy humilde, cerca de la iglesia parroquial, constituyendo la que sería la primera comunidad de las Hermanas Mínimas de Nuestra Señora de los Dolores -nombre que adquirió la congregación-.

La incipiente comunidad pasó por todas las dificultades que suelen aparecer en la vida de una nueva fundación; sin embargo, Dios las fue conduciendo y educando. Clélia y sus hermanas contaron siempre con el apoyo y la guía espiritual del P. Gaetano Guidi, párroco local, quien se convirtió en el director espiritual de la santa. El P. Guidi alentó constantemente a Clélia y la ayudó a conocer y confiar en sus capacidades.

Mientras tanto, las jóvenes se abocaron a las labores educativas especialmente con la juventud, privilegiando la enseñanza del catecismo. Al mismo tiempo se dedicaron a  asistir a pobres y abandonados, así como a atender a los enfermos.

Clélia fue devota de San Francisco de Paula (1416-1507), eremita fundador de la Orden de los Mínimos, e hizo que su fundación lo tuviese como fuente de permanente inspiración. Se cuenta que las hermanas solían encomendarse a él cuando escaseaban los recursos. En una oportunidad las hermanas tenían solo un poco de aceite para la comida, así que Clélia se encomendó al santo y se paró en la puerta a esperar que alguien les diera de comer. De inmediato apareció un hombre que les regaló un recipiente lleno de aceite.

La gente del pueblo le tenía tal respeto y gratitud a Clélia que empezaron a llamarla ‘madre’, cuando ella estaba recién por cumplir 22 años. Solo un par de años después la santa enferma de tuberculosis y fallece el 13 de julio de 1870, a los 23 años.

“Me voy al paraíso y todas las hermanas de nuestra familia que murieran tendrán la vida eterna” (Santa Clélia Barbieri, durante su agonía).​

Ecos de una vida entregada a los demás

El día de su canonización, el 9 de abril de 1989, el Papa San Juan Pablo II destacó la manera como "impresiona la altura de santidad alcanzada [por Clélia] en un periodo de tiempo breve. Clélia es la fundadora más joven de la historia de la Iglesia. Su vida demuestra que la santidad de las almas es obra de la gracia divina, no de la estrategia o de la cultura humana".

"¿No hay en esto acaso un mensaje del Altísimo para nuestro tiempo? Con la solemne canonización de la joven religiosa boloñesa, Dios pone ante nosotros a una criatura humilde, frágil, privada de riquezas materiales y de cultura, pero rica en la sabiduría que los sencillos alcanzan en la oración, en las fuentes mismas de la Palabra revelada", expresó entonces el Papa peregrino.

El Cardenal Giorgio Gusmini, quien fuera arzobispo de Bologna en tiempos posteriores a la muerte de la santa, se convirtió en su principal biógrafo y es hoy la fuente más reconocida para conocerla.

Actualmente, las Hermanas Mínimas de Nuestra Señora de los Dolores sirven en Italia, India y Tanzania, contando con aproximadamente 35 casas y alrededor de 1,300 religiosas.