La Iglesia en Chile expresó su decepción por la decisión del Senado de la República de aprobar una versión aún más permisiva de la nueva ley de divorcio, en una jornada de debates marcada por las maniobras políticas y la prisa.
Según la nueva y sorprendente versión de la ley, la disolución pactada del vínculo matrimonial podrá solicitarse apenas luego de un año de separación, en vez de los tres establecidos previamente, y la unilateral –es decir la del cónyuge que abandona a su pareja- se redujo de 5 a 3 años.
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Además, la nueva versión de la ley también suprime la atribución del juez para rechazar una solicitud de divorcio unilateral.
Tras la sesión extraordinaria, la iniciativa ha quedado lista para volver a la Cámara de Diputados e iniciar su tercer trámite constitucional. Se prevé que la discusión se retomará en el mes de marzo.
Durante la sesión, la propuesta para reducir los plazos debió ser votada en tres ocasiones debido a sucesivos empates.
El ministro de Justicia, Luis Bates, dijo que “el gobierno hará todos los esfuerzos para que el proyecto no se estanque y esperamos que durante este semestre sea ley de la República”.
El Obispo de San Bernardo, Mons. Juan Ignacio González –miembro del Comité Asesor Jurídico de la Conferencia Episcopal-, señaló que “esperaba que se mantuvieran los plazos. Me causa sorpresa esta votación”.
Mons. González se manifestó especialmente decepcionado por el papel de los senadores que se proclaman católicos que apoyaron la reducción de los plazos de divorcio. “Algunos se sintieron liberados de alguna manera en su conciencia con el artículo 21 (que reconoce los efectos civiles del matrimonio religioso)”; pero eso es simplemente un saludo a la bandera”, declaró el Prelado al diario “La Tercera”.
responderá ante Dios y ante la historia la Iglesia ha dicho todo lo que tenía que decir