Con motivo del Día del Maestro, que se celebra este 6 de julio en el Perú, el Arzobispo de Arequipa, Mons. Javier del Río Alba, dedicó su mensaje semanal para alentar y rendir homenaje a los docentes que en medio de la pandemia del COVID-19, siguen formando personas que contribuyan al bien común.
En su mensaje, el Prelado se refirió a la educación escolar y superior en el país como "una de las realidades más golpeadas por la pandemia" del nuevo coronavirus, debido a la necesidad de que maestros y alumnos se deban adaptar a la virtualidad, pese a limitaciones preexistentes del sistema educativo.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
"Profesores, personal administrativo y auxiliar, padres de familia y alumnos han tenido que ir adecuándose paulatinamente a las clases virtuales, con la mayor carga de trabajo y dedicación de tiempo que ha significado para todos", dijo.
Para el Prelado, pese a las quejas y lamentos de algunos padres de familia, "ciertamente comprensibles en muchos casos", los docentes "que conozco han tratado de responder lo mejor posible en medio de las limitaciones con las que se encontraron".
Frente a la posibilidad de que la modalidad virtual se imponga de un modo más permanente a la modalidad presencial en la educación, Mons. Del Río afirmó que espera "que no sea así, porque agravaría la crisis del sector educación que afecta a nuestro país desde hace décadas".
En ese sentido, explicó que en el Perú, la modalidad virtual aumenta la brecha de desigualdad educativa, pues "no pocos niños" que pertenecen a los grupos más vulnerables "quedarían como descartados del sistema educativo", por carecer de "acceso a internet o, incluso, a los medios de comunicación más tradicional".
Además, Mons. Del Río dijo que "estar conectados no significa necesariamente estar comunicados", y que la educación virtual no puede sustituir el encuentro relacional que se da en el proceso educativo tradicional, donde se contempla la formación de la dimensión humana.
"La relación a través de la pantalla es muy útil, pero jamás podría sustituir el encuentro personal entre el profesor y los alumnos y de estos entre sí", pues no solo se transmite conocimientos, habilidades o destrezas, sino que se contribuye con los padres a la formación integral de los hijos como personas, afirmó.
Para el Prelado, una formación integral contempla el "componente corporal y espiritual trascendente" de la persona, además de su "vocación a vivir en relación con otros en el seno de una comunidad" y de "participar activamente en la construcción de la sociedad que debe siempre tender al bien común de todos y cada uno de sus miembros".
En ese sentido, Mons. Del Río lamentó que "en función de fines meramente económicos o materialistas", se pretenda instrumentalizar a las instituciones educativas para hacer que el alumno desde muy temprana edad sea "un ser meramente productivo".
"El fundamento y centro de toda educación verdaderamente humana es la persona, no un sistema", por ello, actualmente en lugar de "formar personas", se prepara "individuos" para que "llegado el momento, sirvan a un sistema productivo global cuyo centro ya no es más el hombre, en su mutua complementariedad de varón y mujer llamados a vivir en comunión relacional, sino la eficacia, la utilidad o, para decirlo en pocas palabras, el dios dinero- placer", señaló.
En referencia al daño que esta perspectiva causa en el sistema educativo, Mons. Del Río alentó a los "verdaderos maestros" que "no se están dejando contaminar por ese virus capaz de causar más sufrimiento y muerte que el COVID-19", sino que "mantienen las virtudes" de los maestros que desde hace siglos atrás supieron "formar de modo adecuado a sus alumnos y, a través de ellos, contribuir en el bien común de la sociedad".