Dalù, periodista chino converso al catolicismo refugiado en Italia, que sufrió represalias del Partido Comunista por denunciar las masacres de la plaza de Tiananmen, narró a ACI Prensa su experiencia personal y su visión de la situación de la Iglesia Católica en China.
A pesar de las dificultades que encuentra la Iglesia hoy en China debido a la persecución comunista, destacó la fortaleza de la fe de los católicos chinos y se mostró convencido de que la Iglesia en China tendrá un futuro brillante.
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Dalù explicó que el 4 de junio de 1989 "una protesta masiva y pacífica de estudiantes tomó la plaza de Tiananmen, en Pekín, reclamando democracia y reformas en China".
"Fue un momento de esperanza de democracia en China. Sin embargo, las autoridades no respondieron a las demandas de los estudiantes de forma apropiada. Las combatieron con violencia", recordó.
En aquel entonces ejercía de periodista y cubrió aquellos sucesos, incluso participó en manifestaciones de solidaridad realizadas por periodistas.
Sin embargo, informar sucesos de ese tipo era, y es, una tarea prácticamente imposible debido a la feroz censura del Partido Comunista. "A nadie se le permite hablar porque, oficialmente, lo que ocurrió fue un 'incidente violento contrarrevolucionario' y no un pacífico y normal movimiento para la democracia", afirmó.
De hecho, en la redacción no fueron conscientes de la gravedad de la represión hasta que su jefe le mostró, a él y a sus compañeros, las portadas de varios periódicos editados en Taiwán.
En ellos se mostraban las calles de Tiananmen llenas de cuerpos masacrados. "Nos quedamos atónitos, pero nuestro redactor jefe nos dijo que sólo podíamos mirarlo, no difundirlo".
Por lo tanto, "no podíamos hablar de lo que sucedía en las masacres de Tiananmen, pero yo no podía olvidarlo".
El recuerdo de aquella injusticia le llevó a difundir en la radio, el 4 de junio de 1995, sexto aniversario del incidente de la plaza de Tiananmen, una serie de piezas radiofónicas en recuerdo de los sucesos.
"Inmediatamente después de la emisión del programa, fui censurado y obligado a redactar una declaración de culpabilidad, y una semana después fui despedido", lamentó
Después de aquello "me convertí en desempleado, y ya no volví a conseguir un empleo porque tenía aquella mancha en mi archivo personal. Nadie estaba dispuesto a admitirme. Se me consideraba una persona peligrosa".
Entonces, tuvo lugar su conversión al catolicismo. "Por suerte, vi un coro de la Diócesis Católica de Shanghai en su sitio web como anuncio para la matriculación de nuevos alumnos" para el coro.
"Yo soy un amante de la música y acudí a una audición sin esperar nada. Sin embargo, fui aceptado en el coro. Aquel coro era muy especial. Antes de los ensayos había un sacerdote que nos hablaba del Evangelio del día, y que las canciones que cantábamos eran himnos católicos. Era muy conmovedor". Era 2009 y en el 2010 siguió el proceso de catequesis.
Años más tarde comprendió "que aquello había sido una llamada del Espíritu Santo. Más tarde, después de medio año estudiando, comprendí el catolicismo. Fui bautizado y me convertí en católico".
"Después de unirme a la Iglesia Católica tuve el honor de ser elegido por el clero de la Iglesia para servir ayudando a los sacerdotes en la difusión del Evangelio. He sido coordinador de medios, responsable de la difusión de noticias sobre el Vaticano, así como de las lecturas del Evangelio y de artículos devocionales. Estoy contento de poder contribuir con un poco de mí mismo a la Iglesia Católica", afirmó.
Sobre la vida de los católicos en China, recordó que este "es un país en el que el ateísmo tiene carácter oficial. El pueblo chino sólo piensa en qué comer, en qué vestir y en ser feliz".
"No se plantean de dónde vienen. Aprendemos en los libros de texto de primaria que venimos de los monos, nunca se nos enseña que fuimos creados por Dios a su imagen. Por lo tanto, es muy difícil para un creyente desarrollarse en un ambiente como el de China", señaló.
También subrayó que "el catolicismo es completamente incompatible con el materialismo y el entretenimiento defendido por la sociedad. Estamos marginados".
En la entrevista también ofreció su opinión sobre el acuerdo entre el Gobierno chino y la Santa Sede para el nombramiento de obispos.
Explicó que en la mente de los católicos chinos no existe esa división entre una Iglesia escondida fiel a Roma y una Iglesia oficial China. "En nuestra cabeza sólo hay una Iglesia", aseguró.
Por ello, "le estoy muy agradecido al Papa Francisco. Tuvo la valentía de negociar con China y creo que es una persona muy sabia. También creo que el futuro de la Iglesia en China será brillante".
Dalù también ofreció su punto de vista sobre si un comunista puede ser católico, y para ello recurrió al ejemplo de San Pablo. "Al igual que San Pablo fue un perseguidor de cristianos en su tiempo y Dios lo convirtió y lo hizo santo, del mismo modo hay mucha gente buena en el Partido Comunista que no tiene la oportunidad de entrar en contacto con la verdad del catolicismo".
"Entre mis amigos hay gente interesada en mi fe. Creo que cuando la situación cambie, China podrá creer libremente en Dios y tocar la verdad", aseguró.