La Conferencia Episcopal del Uruguay (CEU) exhortó a crear leyes "que prevengan y desestimulen cualquier género de eutanasia y suicidio asistido".
En una conferencia de prensa realizada el 19 de junio, luego de finalizar la Asamblea Plenaria de Obispos, se presentó un documento que busca aportar al debate público de la eutanasia y el suicidio asistido.
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El documento elaborado por un equipo de expertos liderados por Mons. Pablo Jourdan, Obispo Auxiliar de Montevideo y doctor en Medicina, es una respuesta al proyecto de ley "Sobre Eutanasia ya suicidio médicamente asistido" presentado en marzo de este año por el diputado del Partido Colorado, Ope Pasquet.
Ope Pasquet argumentó que la iniciativa se basa en los artículos 7 y 72 de la Constitución de Uruguay que hablan sobre la dignidad y la libertad de la persona.
El proyecto de ley dice que el Estado no debería "castigar a los médicos que libremente acepten ayudar a quienes en las circunstancias y con arreglos a los procedimiento que la ley determina, les piden asistencia para dejar de vivir".
En 2009 el Parlamento aprobó una ley de "Voluntad anticipada" que se reglamentó en 2013 durante el Gobierno de José Mujica. Esta permite a los pacientes terminales oponerse a recibir tratamientos médicos que prolonguen su vida.
En su momento, la Sociedad Uruguaya de Medicina y Cuidados Paliativos (SUMCP) sostuvo que el proyecto se redactó sin la colaboración de ellos, ni tampoco la consultoría de la Comisión de Bioética del Colegio Médico.
En ese contexto, la CEU manifestó que "jurídicamente, un proyecto en favor de la eutanasia y el suicidio médicamente asistido, implica cambiar el valor absoluto de la vida humana y su carácter de derecho humano fundamental indisponible e irrenunciable, contra la Constitución y los Derechos Humanos".
"Se induce a error y se abre la puerta a una cadena de violaciones de la dignidad de la persona humana cuando se pretende legalizar la eutanasia y la asistencia al suicidio, mediante el uso de términos genéricos tales como 'sufrimientos insoportables' y cuando se los quiere justificar con conceptos vagos como 'autonomía absoluta', 'vida indigna de ser vivida' y 'muerte digna'".
"Ninguno de estos términos tienen interpretaciones claras y unívocas. La experiencia en otros países demuestra que terminan dando lugar a diversos abusos", agregó.
"No es éticamente aceptable causar la muerte de un enfermo, ni siquiera para evitarle el dolor y el sufrimiento, aunque él lo pida expresamente. Ni el paciente, ni el personal sanitario, ni los familiares tienen la facultad de decidir o provocar la muerte de una persona. En última instancia, esa acción constituye un género de homicidio llevado a cabo en contexto clínico", afirmó el Episcopado.
"Tampoco es éticamente aceptable la obstinación terapéutica que consiste en querer prolongar la vida del paciente a toda costa, sabiendo que no se proporciona un beneficio al paciente".
"La aplicación de procedimientos diagnósticos y terapéuticos desproporcionados solo sirve para prolongar inútilmente la agonía".
En ese sentido, "la sedación paliativa es una indicación médica científica y éticamente correcta, que se plantea cuando los pacientes padecen síntomas refractarios que le provocan un sufrimiento intolerable".
"Exige un control clínico permanente del efecto buscado y requiere para su inicio el consentimiento explícito o implícito del paciente, o en caso de incapacidad, delegado en un familiar directo. Los cuidados básicos (alimentación, hidratación, aseo, cambios posturales) deben continuarse y ser periódicamente evaluados".
En el documento, los obispos aseguraron que las personas que viven enfermedades graves o están cerca de la muerte, por lo general se encuentran "especialmente necesitadas y deseosas de múltiples apoyos, así como de asistencia religiosa. Se trata de un hecho coherente con la naturaleza espiritual del ser humano constatado a nivel sociológico".
En ese sentido, la Iglesia, "servidora de la humanidad, quiere ofrecer la luz de la vida eterna que emana de Cristo muerto y resucitado, capaz de llenar de amor, misericordia y esperanza las situaciones más complejas y, en muchas ocasiones, dolorosas de la existencia humana".
Los obispos insistieron que se necesita un "Uruguay que acoja, proteja, promueva y acompañe a cada persona en toda su existencia, incluida la etapa final de su vida terrena, a través de la fundamental ayuda de la familia, la medicina paliativa y la genuina experiencia religiosa. Se trata de un hecho coherente con la naturaleza espiritual del ser humano constatado a nivel sociológico".
Los obispos elevaron sus oraciones a Dios para que ilumine a los legisladores sobre este tema.
Revise el documento AQUÍ