El número de refugiados internos en Irak por culpa de las acciones terroristas del Estado Islámico es en la actualidad de más de 1,6 millones de personas, según datos publicados en un reciente informe de Cáritas italiana.
La cifra se refiere a las personas obligadas a abandonar su hogar y buscar refugio en el país desde el verano de 2014, cuando Estado Islámico conquistó la ciudad de Mosul y la llanura de Nínive, en el norte de Irak, mayoritariamente habitada por cristianos. Muchos de ellos consiguieron llegar hasta la región del Kurdistán iraquí, donde las milicias kurdas pusieron freno a los yihadistas.
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A pesar de lo abultada que es esta cifra, en el informe se subraya que en 2019 se registró la cifra más baja de nuevos refugiados internos desde la ofensiva yihadista de Estado Islámico: 104 mil nuevos refugiados. De hecho, en el peor momento del conflicto contra Estado Islámico, el número de refugiados internos en Irak llegó a ser de 6 millones de personas, cifra que comenzó a descender tras la expulsión de Daesh en 2017.
En el informe, publicado con motivo de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, se explica que los refugiados internos "son personas que tienen miedo de regresar a sus casas", muchas de las cuales han sido destruidas durante la guerra.
Estos refugiados son presa muchas veces del pesimismo "y les cuesta imaginarse un futuro feliz. Durante los últimos cuarenta años han padecido 4 guerras, diez años de embargo, ocho años de ocupación militar extranjera y nueve años de terrorismo interno que ha derivado en una verdadera guerra civil que aún no se ha extinguido".
En ese sentido, la falta de estabilidad política en el país es el principal obstáculo que impide generar la confianza suficiente entre los refugiados para que puedan regresar a sus localidades de origen.
Esa estabilidad, "por desagracia, aparece todavía lejana, como demuestran las operaciones militares del año pasado que han afectado a las regiones occidentales y del centro-norte, donde continúan actuando los grupos yihadistas del Daesh responsables de ataques terroristas contra objetivos del gobierno y civiles".
La situación en el norte del país es fuente de preocupación para el gobierno y la sociedad iraquí, que ha visto cómo la población, y en concreto los cristianos, no regresan a sus hogares tras la derrota de Estado Islámico e, incluso, continúan abandonando la región de Nínive.
El 10 de junio, el primer ministro iraquí, Mustafa al Kadhimi, visitó la ciudad de Mosul con motivo del aniversario de la conquista por parte de los yihadistas. En ese viaje, el primer ministro afirmó que "los cristianos representan uno de los componentes más antiguos de Irak y nos causa dolor verlos dejar el país".