Mons. Demetrio Fernández, Obispo de Córdoba (España) explicó en su carta pastoral la festividad del Sagrado Corazón de Jesús que se celebra el viernes posterior al Corpus Christi y que según precisó "el Corazón de Cristo se ha convertido en el punto de encuentro de Dios con los hombres y de los hombres con Dios".
La festividad del Sagrado Corazón de Jesús "es la celebración del amor de Dios, que se ha expresado hasta el extremo en el corazón humano de Jesús, herido de amor por nuestros pecados".
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
El Prelado explica que la devoción y el culto al Sagrado Corazón se acentuó especialmente "en el contexto de la reforma católica en el ambiente de la reforma protestante. Frente a posturas que hablan de la justicia vindicativa de Dios y del castigo divino por el pecado humano, el Sagrado Corazón nos recuerda que ha sido el amor, sólo el amor, el que ha movido a Dios en su relación con los hombres".
Un amor que perdura "a pesar de los muchos pecados de los hombres" y que "es capaz de sanar todas las heridas del pecado y es capaz de reciclar todo el odio humano para convertirlo en amor verdadero y duradero" porque "sólo el amor es capaz de transformar el mundo y la historia, nunca será el odio ni la venganza humana".
Según precisa Mons. Fernández, "el misterio central de la fe cristiana es una persona: Jesucristo, el Verbo de Dios hecho carne en las entrañas virginales de María. Dios verdadero y hombre verdadero" y "en la humanidad de Cristo, en su corazón humano, nos llegan todos los tesoros de Dios para los hombres".
"El Corazón de Cristo se ha convertido en el punto de encuentro de Dios con los hombres y de los hombres con Dios", aseguró.
El Obispo de Córdoba recordó unas palabras de San Juan de Ávila que afirmaba: "Sepan todos que nuestro Dios es amor" y dedicó a este eje de la vida cristiana muchos de sus escritos, además del Tratado del Amor de Dios.
"Pues ese amor de Dios se ha hecho carne en el corazón humano de Cristo, nuestro Señor. Y el corazón de Cristo es todo un símbolo de ese amor. Por eso la devoción y el culto al Corazón de Jesús nos está recordando constantemente el centro y la síntesis de la vida cristiana: que Dios es amor", subrayó.
También explicó que el símbolo del corazón nos habla de amor y "se corazón está llagado por la lanza del soldado en la Cruz, ha sido herido por nuestros pecados, porque a Dios nuestros pecados le entristecen y le ofenden. Pero de ese corazón brota agua y sangre, para lavar nuestras manchas y redimir nuestros delitos".
"Es un corazón del que solo mana amor, capaz de sanar nuestros desamores, nuestras heridas. Un manantial permanente de amor, para que acudamos a él todo el que tenga sed de vida y de amor", apuntó.
El Corazón de Cristo está coronado de espinas, que "es el resumen de nuestras frivolidades al tratar superficialmente el amor. Y, sin embargo, esa corona de burla es el símbolo de que Cristo es rey de verdad, no de burla. Es el único que puede poner orden en nuestro corazón y en la sociedad, porque ha ofrecido su vida para la reconciliación de todos. La fuerza del amor de Cristo es más potente que todas nuestras frivolidades, aprendemos a amar acercándonos a ese Corazón".
"El Amor no es amado, es incluso ofendido. Pero ese Amor ha reaccionado ante nuestros pecados con un amor más grande", insistió.
Mons. Fernández también explica que en ese símbolo del corazón aparece una llama de fuego que simboliza que "ese Corazón es un horno de amor, que quema nuestras impurezas, que aquilata nuestras virtudes, como se quilata el oro en el fuego. Un amor que no se agota nunca, que nunca se cansa de amar".
"La religión cristiana es la religión del amor, en ella no tiene ninguna justificación ni el odio, ni la venganza, ni la injusticia, ni la violencia, ni la explotación del hombre por el hombre, ni el abuso, ni la manipulación, ni la marginación o el descarte. Sólo el amor vencerá todas nuestras limitaciones y delitos", asegura.
Por eso anima a acercarnos al Corazón de Cristo para aprender a amar "con los sentimientos de ese mismo Corazón, hasta implantar en el mundo la 'civilización del amor'" y anima a poner el Corazón de Cristo en el centro de los hogares, en nuestra sociedad y en la vida pública y en la vida política.
"Aunque parezca atajar el camino, el odio y la crispación retrasan siempre el progreso. El amor de Cristo nos enseña un camino de prosperidad cuando lo llevamos a la práctica", aseguró.
Puede leer la carta íntegra AQUÍ.