El Papa Juan Pablo II dedicó la audiencia general de este miércoles, a reflexionar en torno a la semana de oración y de reflexión por la unidad de los cristianos, cuyo tema es “Mi paz os dejo”, tomado de las palabras pronunciadas por Jesús en la Ultima Cena.
“En un cierto sentido –dijo el Santo Padre- se trata de su testamento espiritual”; y afirmó que “el mundo anhela la paz, tiene necesidad de paz, hoy como ayer, pero con frecuencia la busca con medios impropios, a veces incluso con el recurso a la fuerza o con el equilibrio de potencias contrapuestas”.
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En estas situaciones el ser humano vive con el corazón turbado por el miedo y la incertidumbre. Sin embargo, la paz de Cristo reconcilia los ánimos, purifica los corazones, convierte las mentes”.
El Papa recordó que el tema de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos ha sido propuesto este año por un grupo ecuménico de la ciudad de Alep, en Siria.
“Es cada vez más necesaria -continuó- una profunda espiritualidad de paz y de pacificación, no sólo para los que están directamente comprometidos en la labor ecuménica, sino para todos los cristianos”.
“La causa de la unidad concierne a todos los creyentes, llamados a formar parte del único pueblo de los redimidos por la sangre de Cristo en la Cruz”, dijo el Papa.
Juan Pablo II señaló que es alentador “constatar que la búsqueda de la unidad entre los cristianos se extienda cada vez más gracias a iniciativas oportunas en los diversos ámbitos del compromiso ecuménico”.
Entre los “signos de esperanza”, señaló el “aumento de la caridad fraterna y el progreso en los diálogos teológicos con las diferentes comunidades eclesiales”, gracias a los cuales se han alcanzado “acuerdos importantes sobre temas muy controvertidos en el pasado”.
“Teniendo en cuenta estos signos positivos, no hay que desanimarse ante las dificultades antiguas y nuevas sino afrontarlas con paciencia y comprensión, contando siempre con la ayuda divina”.
El Papa concluyó asegurando que “de la caridad y del amor recíprocos emanan la paz y la unidad de todos los cristianos, que pueden ofrecer una contribución decisiva para que la humanidad supere los motivos de las divisiones y de los conflictos”.
auténticos ‘agentes de paz’