El Obispo Auxiliar de Los Ángeles (Estados Unidos), Mons. Robert Barron, ofreció una bella y sencilla reflexión sobre la indisolubilidad del matrimonio y el divorcio.
"Amigos, en el Evangelio de hoy del Sermón de la Montaña, el Señor prohíbe el divorcio. ¿Hay alguna mejor descripción del sexo en algún lugar de la literatura mundial que la provocadora línea 'Los dos se hicieron una sola carne'? En el contexto judío, la carne porta el sentido de toda la persona. De ese modo la unión sexual significa la unión a todo nivel", escribió el Prelado en su cuenta de Facebook el viernes 12 de junio.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
"Un esposo le dice a su esposa: 'Mi vida ya no es solo mía, se trata de ti y los hijos que tendremos'. Y la esposa le dice lo mismo a su esposo: 'Mi vida no es ya solo mía, te pertenece a ti y a nuestros hijos'", continuó.
El Obispo indicó luego que "algunos podrían esperar que Jesús tenga una enseñanza suave o relativizada sobre el divorcio, pero luego el Evangelio de Mateo señala claramente: 'Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre'. El esposo y la esposa que se convierten en una sola carne, son reunidos, no solo por la atracción mutua, sino por Dios".
"Su unión es un ingrediente esencial en los propósitos de Dios y por eso no se puede deshacer. Dios no se echa para atrás en su palabra", concluyó.
El Evangelio del viernes 12 de junio sobre el que reflexionó el Prelado es el de Mateo 5:27-32 que ofrecemos a continuación:
"Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehena".
"Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo vaya a la gehena".
"También se dijo: El que repudie a su mujer, que le dé acta de divorcio. Pues yo os digo: Todo el que repudia a su mujer, excepto el caso de fornicación, la hace ser adúltera; y el que se case con una repudiada, comete adulterio".