Al finalizar el rezo del Ángelus este domingo 14 de junio en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el Papa Francisco reconoció que sigue "con gran aprensión la dramática situación de Libia".
Desde la revolución que provocó la caída y muerte del dictador Muamar el Gadafi en 2011, Libia padece una cruenta guerra civil que enfrenta a diferentes facciones políticas y tribales, que se ha visto agravada por la aparición de grupos yihadistas en la órbita de Al Qaeda y Estado Islámico.
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En este momento, el conflicto se centra en la lucha entre el gobierno de Trípoli y los militares leales al líder rebelde Jalifa Hafter. El gobierno con sede en Trípoli cuenta con el apoyo de la ONU y está reforzado por milicias y mercenarios financiados por Turquía, país que cuenta con intereses estratégicos en la región.
En los últimos días, esas milicias han realizado un importante avance territorial al derrotar e los rebeldes de Hafter, apoyados por Egipto y otros países árabes como Jordania, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos Sudán, además de Francia y Rusia.
En sus palabras, el Pontífice afirmó que Libia "ha estado presente en mis oraciones estos últimos días".
"Insto a los organismos internacionales y a quienes ostentan responsabilidades políticas y militares a que reanuden con convicción y decisión la búsqueda de un camino para poner fin a la violencia, que conduzca a la paz, la estabilidad y la unidad del país".
El Papa señaló que "también rezo por los miles de migrantes, refugiados, solicitantes de asilo y desplazados internos en Libia".
"La situación sanitaria ha agravado sus ya precarias condiciones, haciéndolos más vulnerables a las formas de explotación y violencia. Insto a la comunidad internacional a que se tome en serio su difícil situación, identificando vías y proporcionando medios para proporcionarles la protección que necesitan, una condición digna y un futuro de esperanza".
"De esto, todos tenemos responsabilidad, ninguno se puede sentir dispensado. Recemos por Libia en silencio, todos", concluyó el Papa Francisco.