El Papa Francisco afirmó que "el tiempo que se dedica a la oración nunca puede convertirse en una coartada para descuidar al prójimo necesitado", y pidió no cansarse nunca de tender la mano al pobre.
El Santo Padre realizó esta afirmación en el Mensaje para la IV Jornada Mundial de los Pobres, que se celebrará el domingo 15 de noviembre de 2020 con el título "Tiende tu mano al pobre" y que el Vaticano difundió este sábado 13 de junio.
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El título, explicó, está extraído del libro del Eclesiástico, también conocido como Sirácida, uno de los libros del Antiguo Testamento. En él se señala que "En las enfermedades y en la pobreza pon tu confianza en él. Confía en él y él te ayudará, endereza tus caminos y espera en él".
En el Mensaje, Francisco subrayó que "la oración a Dios y la solidaridad con los pobres y los que sufren son inseparables. Para celebrar un culto que sea agradable al Señor, es necesario reconocer que toda persona, incluso la más indigente y despreciada, lleva impresa en sí la imagen de Dios".
De ello se deriva "el don de la bendición divina, atraída por la generosidad que se practica hacia el pobre". "La bendición del Señor desciende sobre nosotros y la oración logra su propósito cuando va acompañada del servicio a los pobres".
Insistió en que "la opción por dedicarse a los pobres y atender sus muchas y variadas necesidades no puede estar condicionada por el tiempo a disposición o por intereses privados, ni por proyectos pastorales o sociales desencarnados".
El Papa reconoció que "mantener la mirada hacia el pobre es difícil, pero muy necesario para dar a nuestra vida personal y social la dirección correcta".
Además, explicó que "el encuentro con una persona en condición de pobreza siempre nos provoca e interroga. ¿Cómo podemos ayudar a eliminar o al menos aliviar su marginación y sufrimiento? ¿Cómo podemos ayudarla en su pobreza espiritual?".
También recordó que "para apoyar a los pobres es fundamental vivir la pobreza evangélica en primera persona. No podemos sentirnos 'bien' cuando un miembro de la familia humana es dejado al margen y se convierte en una sombra".
El Pontífice hizo hincapié en que "el grito silencioso de tantos pobres debe encontrar al pueblo de Dios en primera línea, siempre y en todas partes, para darles voz, defenderlos y solidarizarse con ellos ante tanta hipocresía y tantas promesas incumplidas, e invitarlos a participar en la vida de la comunidad".
El Papa Francisco concluyó señalando que "uno no improvisa instrumentos de misericordia. Es necesario un entrenamiento cotidiano, que proceda de la conciencia de lo mucho que necesitamos, nosotros los primeros, de una mano tendida hacia nosotros".