El Arzobispo de Piura y Tumbes (Perú), Mons. José Antonio Eguren, explicó tres lecciones de la Eucaristía para que la familia sea Iglesia doméstica y testigo del amor de Dios en medio del mundo de hoy.
En su meditación del 9 de junio, el Prelado peruano indicó que estas lecciones surgen de entender a la Eucaristía como sacrificio, presencia y comunión.
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1.- La Eucaristía como sacrificio: "La Eucaristía es el sacramento que conmemora y actualiza el sacrificio del Señor Jesús en la cruz. En la Eucaristía celebramos la entrega de Jesucristo para nuestra salvación y reconciliación, y su triunfo sobre la muerte y el pecado", dijo Mons. Eguren.
Esto, resaltó, es "una invitación a nuestras familias –y a todos nosotros– para ver en el sacramento del Cuerpo y la Sangre del Señor una escuela en la que pueda aprenderse lo que significa entrega y sacrificio; a vivir la vocación matrimonial y la vida en familia en dinámica de donación, en dinámica de amor cristiano: el único y verdadero amor".
"Los padres, haciendo suya esta actitud de Dios, deben estar dispuestos a la entrega de sus hijos, si el Señor los llama a una vocación de plena disponibilidad, sea en el sacerdocio ministerial, sea en la vida consagrada", dijo el Arzobispo y comentó que cuando las familias viven esta dimensión alientan con más facilidad la vocación de los hijos. Cuando no la viven, lamentablemente son los padres mismos quienes se oponen.
En el caso de los hijos, continuó, "participando de la Eucaristía, hacen suya la actitud de Jesús, Hijo de Dios y de Santa María, quien vivió su entrega sacrificial como un acto de obediencia", no solo "a Dios, sino también la obediencia a los padres".
2.- La Eucaristía como presencia: "Mediante su sacramento, el Señor Jesús ha querido quedarse con nosotros, no de manera simbólica o imaginativa, sino de un modo plenamente real, substancial", destacó el Prelado.
"Esto constituye una invitación a las familias para que, así como Jesús en su sacramento se queda con nosotros, ellas también se 'queden', permanezcan con el Señor Jesús en su sacramento", afirmó.
"El 'quedarse' o 'permanecer' con Jesús en la Eucaristía adquiere una forma muy concreta y necesaria en el precepto de asistir a la celebración de la Santa Misa los domingos y fiestas de guardar. En este campo, la familia está llamada a ser educadora y testigo", subrayó.
3.- La Eucaristía como comunión: Mons. Eguren dijo que "cuando la familia vive esta realidad, se convierte en aquella 'Iglesia doméstica' que debe ser como una meta que oriente los esfuerzos de cada familia particular. La comunión que ha de vivirse en las familias se halla amenazada hoy en día".
"No se puede dejar de considerar el divorcio como un gravísimo atentado, no solo a la unidad de los esposos, sino también a la comunión formada por los padres y los hijos", alertó.
El Arzobispo de Piura resaltó que "toda actitud basada en el egoísmo y que lleva a la cerrazón y va en desmedro de la comunión familiar (piénsese por ejemplo en la convivencia, el adulterio, en el abandono familiar, en el olvido de los padres por parte de los hijos) constituye un rechazo del amor y debilita tanto a la Iglesia como a la misma sociedad humana".
Mons. Eguren señaló asimismo que "hay que tener presente que la civilización del amor, en cuya construcción todos los miembros del pueblo de Dios hemos de estar empeñados, encuentra en la familia un punto fundamental".
Al referirse luego al extenso "ayuno eucarístico" en medio de la cuarentena del coronavirus que en Perú concluirá el próximo 30 de junio y que comenzó el 15 de marzo, el Prelado expresó su esperanza de que genere más conciencia en los fieles.
El Arzobispo manifestó su deseo de que "surja una mayor conciencia de que si la Iglesia vive de la Eucaristía, la familia, Iglesia doméstica, también. Si la Eucaristía es el sacramento del amor, los esposos, junto con sus hijos, lo necesitan para poder nutrir y crecer en su amor mutuo".
El Prelado alentó a, cuando se regrese a la normalidad, no se descuide "el domingo donde cada familia pueda hacer suya aquella expresión atribuida a los mártires de África del Norte que desafiaron la prohibición romana de celebrar la Misa dominical: 'Sine dominico non possumus', 'sin el sacramento dominical no podemos vivir'".
Puede leer la meditación completa de Mons. Eguren AQUÍ.