El Arzobispo italiano Claudio Maria Celli, diplomático que fue clave para la negociación del acuerdo provisional Santa Sede – China para el nombramiento de obispos, dijo que el Vaticano debe renovar este tratado por uno o dos años más.
"El acuerdo es interino, es decir que expira, como usted dice, en septiembre de este año. Tenemos que encontrar una fórmula. Tenemos que ver qué hacer luego de este plazo. Creo que debemos probablemente reconfirmarlo por uno o dos años", dijo el Arzobispo en una entrevista el 7 de junio en el programa Stanze Vaticane de Tgcom24.
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"Sin embargo, la Santa Sede aún no ha tomado una decisión al respecto, una decisión que será comunicada luego a las autoridades chinas", agregó el Prelado que sirvió como presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales entre 2007 y 2016.
Luego de la firma del acuerdo provisional en septiembre de 2018, las autoridades del Gobierno comunista chino han mantenido la persecución contra los católicos, han seguido demoliendo iglesias y cruces, y han proseguido con los arrestos del clero clandestino o subterráneo que se mantiene fiel a Roma.
En China el régimen exige a los miembros de la Iglesia que se adhieran a la Asociación Patriótica Católica, una institución que está bajo control del Partido Comunista que dirige el Gobierno. Los que no aceptan esta adhesión, la Iglesia clandestina, subterránea o no oficial, suelen sufrir persecución, arrestos y cárcel.
"Es innegable que aún hay situaciones que requieren un camino", dijo el Arzobispo Celli en la entrevista, y resaltó la "necesidad de respeto" y "entendimiento mutuo" entre la Iglesia Católica y China.
"No será fácil. La Santa Sede quiere continuar con este paso. Queremos avanzar y queremos lograr una normalidad en la que un católico chino pueda expresar toda su fidelidad al Evangelio y también respeto a su ser chino", continuó el Prelado.
"Siempre digo y siempre uso una expresión simple: la Iglesia Católica en China tiene que ser plenamente china pero también plenamente católica".
El Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Pietro Parolin, otra figura clave en las negociaciones con China, dijo en 2019 que la práctica misionera de la "inculturación" puede asemejarse al término "sinización" del Gobierno chino y que ambas pueden ser "complementarias" para "abrir vías para el diálogo".
Desde que llegó al poder en 2013, el presidente de China, Xi Jinping, ha ordenado la "sinización" de todas las religiones en el país, una postura que la Comisión Internacional de Libertad Religiosa de los Estados Unidos ha descrito como "una estrategia de largo alcance para controlar, gobernar y manipular todos los aspectos de la fe en un molde socialista infundido de las 'características chinas'".
El Gobierno chino implementa actualmente un "plan de sinización" para el islam, una religión que también sufre persecución en el país, con al menos 800 mil musulmanes de la etnia uigur que están en campos de trabajo.
La aceptación por parte de los católicos del programa de "sinización" ha sido un tema largamente debatido luego de la firma del acuerdo de 2018 entre el Vaticano y China. Recientemente, una asociación afiliada a la Asociación Patriótica Católica en la provincia de Zheijang emitió una declaración que exige que el "patriotismo" se añada a la celebración de la liturgia como condición para la reapertura de iglesias.
En su video anunciando su intención de oración para marzo de este año, el Papa Francisco afirma que "hoy día en China, la Iglesia mira hacia delante con esperanza. La Iglesia quiere que los cristianos chinos sean cristianos 'en serio', y que sean buenos ciudadanos".
Asimismo, el Santo Padre invita a rezar "juntos para que la Iglesia en China persevere en la fidelidad al Evangelio y crezca en unidad".
El pasado 24 de mayo, día de María Auxiliadora y día de oración por la Iglesia en China, el Papa escribió en su cuenta de Twitter: "Encomendamos a la guía y la protección de nuestra Madre Celestial a nuestros hermanos y hermanas católicos de China, para que sean fuertes en la fe y firmes en la unión fraterna, testigos alegres y promotores de caridad y esperanza".
Los términos del acuerdo de 2018 no se han hecho públicos, pero el Papa Francisco dio algunos alcances en una rueda de prensa el 25 de septiembre de ese año, al concluir el viaje que hizo a Lituania, Letonia y Estonia.
El Santo Padre dijo que "cuando se hace un acuerdo de paz o una negociación, las dos partes pierden algo. Esta es la ley. Las dos partes, y se sigue adelante".
Sobre los obispos que no estaban en comunión con la Iglesia, Francisco indicó que "han sido estudiados caso por caso. Por cada obispo han llegado al final los expedientes de cada uno a mi escritorio y he sido yo el responsable de firmar cada caso de los obispos".
"La cosa se hace en diálogo, pero nombra Roma, nombra el Papa. Esto es claro. Y rezamos por los sufrimientos de algunos que no entienden o que tienen en sus espaldas muchos años de clandestinidad", agregó el Papa.
"El acuerdo lo he firmado yo. Al menos las cartas plenipotenciarias para firmar ese acuerdo que yo he firmado. Yo soy el responsable. Los otros que he nombrado en todo han trabajado por más de diez años. No es una improvisación, sino que es un camino, un verdadero camino", explicó el Pontífice.
El Santo Padre explicó que en el acuerdo provisional colaboraron Mons. Celli, el P. Rota Graziosi y el Cardenal Parolin.
En la entrevista del 7 de junio, el Arzobispo Celli dijo que "no miramos solo al presente sino que tratamos de ver el futuro y darle al futuro de nuestras relaciones una base profunda y respetuosa. Diría que estamos trabajando en esa dirección".
"En nuestro camino tenemos que ser fieles al Evangelio. No es un camino fácil, pero me parece que tenemos que embarcarnos en un camino respetuoso, tratando de entender al otro para poder ver cómo resolvemos esos puntos que faltan y esas situaciones que innegablemente nos dejan más que pensativos, diría que preocupados", continuó.
"Sin embargo, tenemos que seguir adelante", dijo Mons. Celli.
Traducido y adaptado por Walter Sánchez Silva. Publicado originalmente en CNA