"La vida, el simple hecho de que existamos, abre el corazón del hombre a la oración", afirmó el Papa Francisco durante la Audiencia General de este miércoles 20 de mayo en la Biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano, en la que continuó sus catequesis sobre la oración.
El Pontífice destacó que Dios, "con la palabra, separó la luz de las tinieblas" en la Creación y subrayó que la contemplación de la belleza y del misterio de la Creación genera "en el corazón del hombre la primera palabra que suscita la oración".
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"El orante contempla el misterio de la existencia a su alrededor, ve el cielo estrellado que lo sobrepasa y que la astrofísica nos muestra en toda su inmensidad, y se pregunta qué diseño de amor debe existir detrás de una obra así de poderosa".
En ese contexto, "la oración del hombre está estrechamente ligada al sentimiento del estupor. La grandeza del hombre es infinitesimal si se compara con las dimensiones del Universo. Sus más grandes conquistas parecen muy poca cosa".
"Es una experiencia que muchos de nosotros hemos tenido. Si los problemas de la vida, con todas sus amarguras, parece en ocasiones que va a extinguir en nosotros el don de la oración, basta con la contemplación de un cielo estrellado, de un atardecer, de una flor para reavivar la chispa del agradecimiento".
"Y en esta inmensidad ilimitada, ¿qué es el hombre?", se preguntó el Pontífice. "Casi nada, dice uno de los Salmos: un ser que nace, un ser que muere, una criatura fragilísima. Y, sin embargo, en todo el universo, el ser humano es la única criatura consciente de tanta concentración de belleza".
El hombre es "un ser pequeño que nace, que muere, que hoy está, mañana no está… Pero es el único consciente de esta belleza". "Pero el hombre no es una nadería. En la oración se afirme prepotente un sentimiento de misericordia".
Recordó que "nada existe por casualidad: el secreto del Universo está en una mirada benévola que se cruza en nuestros ojos".
Afirmó que "la relación con Dios es la grandeza del hombre: su entronización. Por naturaleza somos casi nada, pero por vocación, somos hijos del gran Rey".
Por eso, "la oración es la primera fuerza de la esperanza. Tú rezas y la esperanza crece, va adelante. La oración abre la puerta a la esperanza. La esperanza ahí está, y con mi oración le abro la puerta".
"Los hombres y las mujeres que rezan saben que la esperanza es más fuerte que el desánimo. Creen que el amor es más potente que la muerte, y tienen por seguro que un día triunfará, incluso si ese triunfo llega en tiempos y modos que no conocemos. Los hombres y mujeres de oración muestran reflejos de luz en el rostro porque, incluso en los días más oscuros, el sol no deja nunca de iluminarlos".
El Papa Francisco finalizó su catequesis insistiendo en que "la oración te ilumina, te ilumina el alma, te ilumina el corazón, y te ilumina el rostro. Incluso en los tiempos más oscuros, incluso en los tiempos de más dolor".
"Todos somos portadores de alegría. ¿Habéis pensado esto? ¿Qué eres un portador de alegría? ¿O prefieres portar noticias malas? ¿Cosas que entristecen? Todos somos capaces de llevar alegría", concluyó.