El Papa Francisco dirigió este 18 de mayo un video mensaje a los jóvenes de Cracovia, la arquidiócesis polaca que dirigió San Juan Pablo II antes de ser elegido pontífice, para asegurarles la enseñanza del santo polaco "es un punto de referencia seguro para encontrar soluciones concretas a las dificultades y desafíos de las familias de hoy".
El video mensaje fue difundido en el marco de las celebraciones por los cien años del nacimiento de San Juan Pablo II, pontífice que dirigió la Iglesia entre octubre de 1978 y abril de 2005, y que fue conocido por su defensa de la vida y la familia, su contribución en la caída del comunismo en Europa Oriental, su difusión de la devoción a la Divina Misericordia, la creación de la Jornadas Mundial de la Juventud, el Encuentro Mundial de las Familias, los entre otras cosas.
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A continuación, el texto completo del mensaje del Papa Francisco:
Queridos jóvenes,
Este año festejamos los cien años del nacimiento de San Juan Pablo II. Es una bella ocasión para mí para dirigirme a ustedes, los jóvenes de Cracovia, pensando en cuánto él amaba a los jóvenes, y recordando mi presencia entre ustedes para la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) del 2016.
«San Juan Pablo II fue un extraordinario regalo de Dios a la Iglesia y a Polonia, su tierra natal. Su peregrinación terrenal, que comenzó el 18 de mayo de 1920 en Wadowice y terminó hace 15 años en Roma, estuvo marcada por la pasión por la vida y la fascinación por el misterio de Dios, el mundo y el hombre.
Lo recuerdo como un grande de la misericordia: pienso en la Encíclica Dives in Misericordia, la canonización de Santa Faustina y la institución del Domingo de la Divina Misericordia. A la luz del amor misericordioso de Dios, comprendió la especificidad y la belleza de la vocación de las mujeres y los hombres; comprendió las necesidades de los niños, los jóvenes y los adultos, considerando también los condicionamientos culturales y sociales. Todo el mundo podía experimentarlo. Hoy también ustedes pueden experimentarlo, conociendo su vida y sus enseñanzas, disponibles para todos incluso gracias a Internet.
Todos y cada uno de ustedes, queridos chicos y chicas, llevan la huella de su familia, con sus alegrías y sus penas. El amor y el cuidado de la familia es un rasgo característico de Juan Pablo II. Su enseñanza es un punto de referencia seguro para encontrar soluciones concretas a las dificultades y desafíos de las familias de hoy (cf. Mensaje en el Convenio "Juan Pablo II, el Papa de la Familia", Roma, 30 de octubre de 2019).
Pero los problemas personales y familiares no son un obstáculo en el camino hacia la santidad y la felicidad. Tampoco lo eran para el joven Karol Wojtyła, que sufrió la pérdida de su madre, hermano y padre cuando era niño. Como estudiante, experimentó las atrocidades del nazismo, que le quitó tantos amigos. Después de la guerra, como sacerdote y obispo tuvo que enfrentarse al comunismo ateo.
Las dificultades, incluso las más duras, son una prueba de madurez y fe; una prueba que sólo puede ser superada confiando en el poder de Cristo que murió y resucitó. Juan Pablo II lo ha recordado a toda la Iglesia desde su primera Encíclica, Redemptor hominis, donde dice: "El hombre que quiera comprenderse a sí mismo hasta el final... debe, con su inquietud e incertidumbre y también con su debilidad y pecaminosidad, con su vida y muerte, acercarse a Cristo". Debe, por así decirlo, entrar en Él con todo su ser" (n. 10).
Queridos jóvenes, esto es lo que deseo para cada uno de ustedes: entrar en Cristo con toda su vida. Y espero que las celebraciones del centenario del nacimiento de San Juan Pablo II inspiren en ustedes el deseo de caminar con valentía con Jesús, que es "el Señor del riesgo", es el Señor de siempre "más allá". [...] El Señor, como en Pentecostés, quiere realizar uno de los mayores milagros que podemos experimentar: hacer que tus manos, mis manos, nuestras manos se conviertan en signos de reconciliación, de comunión, de creación. Él quiere tus manos - chico, chica - para seguir construyendo el mundo de hoy" (Discurso en la Vigilia de la JMJ, Cracovia, 30 de julio de 2016).
Confío a todos a la intercesión de San Juan Pablo II y los bendigo con todo mi corazón. Y ustedes, por favor, no se olviden de rezar por mí.
¡Gracias!».