En Canadá, una asociación conformada en su mayoría por médicos y enfermeras en actividad está presionando para obligar a hospitales católicos y otros centros médicos religiosos a aplicar la eutanasia y el suicidio asistido durante la pandemia de COVID-19.
La Asociación Canadiense de Evaluadores y Proveedores de MAiD (CAMAP) ha publicado un documento oficial en el que describe sus objetivos para proveer la "asistencia médica para morir" durante la pandemia, lo que implicaría que instituciones que ejercen el derecho a la objeción de conciencia también provean este tipo de práctica.
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En el documento, CAMAP se quejó de que los centros de salud religiosos a menudo se niegan a participar en la eutanasia o el suicidio asistido.
"CAMAP cree que, si es necesario, los gobiernos provinciales deberían emitir directivas a todas las instituciones religiosas para exigirles que autoricen MAiD [NdR: asistencia médica para morir] cuando la transferencia de pacientes ha sido prohibida por razones de salud pública", indicó la institución, subrayando la imposibilidad de los hospitales de derivar pacientes a centros donde se practique la eutanasia y el suicidio asistido debido a la coyuntura del COVID-19.
Además de obligar a las instituciones religiosas a participar de la asistencia médica para morir, CAMAP argumenta que estas prácticas deben permitirse mediante telemedicina y videoconferencia, sin que el paciente tenga que reunirse con el médico en persona.
"Esto, por supuesto, es profundamente problemático, ya que elimina por completo la capacidad de un médico de descartar que el paciente esté siendo coaccionado o se enfrente a una depresión grave", explica el sitio provida Live Action.
Alex Schadenberg, director ejecutivo de la Euthanasia Prevention Coalition, señaló que "esta no es la primera vez que el lobby de la eutanasia ha presionado a los gobiernos canadienses para obligar a las instituciones de salud religiosas a proporcionar eutanasia".
"El año pasado, el lobby de la eutanasia presionó al gobierno de Nueva Escocia para que ordenara el Hospital St Martha's, el único hospital del pueblo de Antigonish, a que proporcionara la eutanasia. El gobierno de Nueva Escocia sucumbió a la presión y se lo ordenó al hospital. En respuesta, el Antigonish Health and Wellness Centre, que no es propiedad del hospital de St. Martha, acordó realizar la eutanasia (muerte por inyección letal)", contó.
Finalmente, Live Action acotó que "durante una pandemia mundial, en la que la mayoría de los proveedores de atención médica se centran en salvar vidas, lo único que preocupa a los activistas de la eutanasia es asegurarse de que los médicos puedan quitarles la vida".