Daniele Piccini asistió el domingo 10 de mayo a la Misa en la Catedral de Limburgo (Alemania), ahora relata cómo se realiza la celebración y explica las medidas de seguridad para evitar el contagio del coronavirus en este importante templo.
En Alemania, un reducido número de fieles ya ha podido ir a Misa dos domingos, luego de una cuarentena de casi dos meses, tiempo en el que los católicos participaron virtualmente en la Eucaristía.
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En el caso de la Catedral de Limburgo, los fieles deben ubicarse a dos metros uno del otro. Por eso, el aforo habitual de 450 personas se ha reducido a 77. Los que desean asistir deben llamar por teléfono durante la semana para reservar su lugar.
En el atrio, un joven identificado como Julian Simon identifica a los fieles inscritos y los acompaña al interior de la catedral, a la que todos deben ingresar con mascarilla y desinfectarse las manos con el gel del dispensador que está ubicado en la puerta.
"La mascarilla es obligatoria al entrar y al finalizar la Misa. No hace falta usarla durante la celebración. Hemos hecho que algunas bancas no se puedan usar para que entre los fieles haya una banca vacía. Así, cuando el fiel se arrodilla no se acerca a la espalda de otro, como sería lo usual", explica Simon.
"Solo las familias pueden sentarse juntas", prosigue, y comenta que los fieles siguen con agrado las instrucciones.
Durante la Misa solo canta un organista y, si bien los fieles no deben hacerlo, sí pueden seguir los cantos leyendo su propio libro Gotteslob, ya que está prohibido que la parroquia distribuya los suyos antes del inicio de la Misa afuera del templo, como se hacía habitualmente.
El saludo de la paz es un intercambio de miradas y el único momento en el que los fieles se pueden mover es durante la Comunión, manteniendo la distancia de dos metros. La Eucaristía solo se distribuye en las manos, no en la boca.
El sacerdote celebrante y canónico de la catedral, P. Christof May, explicó que "muchos de los fieles participantes son del grupo de riesgo".
El presbítero, que con el Obispo de Limburgo transmitían la Misa por Internet, refiere además que "el modo en el que la Iglesia ha interactuado con la tecnología e Internet, en el periodo de cuarentena, representa una verdadera revolución copernicana, que ha hecho que muchos párrocos sean más creativos".
Fabian Theuke, otro fiel que asistió a la Eucaristía con su familia, comenta por su parte que "la Misa fue más alegre y espontánea que la semana pasada. El domingo anterior, la primera vez luego de mucho tiempo, fue un poco raro, tal vez por la presencia de un equipo de televisión. Parecía que asistíamos a un réquiem".
"Sin embargo, este domingo todos estábamos ya un poco más acostumbrados. Por Internet solo seguí la Misa de Pascua ya que la Misa es una celebración que vive de la presencia de las personas y es una fiesta comunitaria".
Traducido y adaptado por Walter Sánchez Silva. Publicado originalmente en ACI Stampa