El Papa Francisco afirmó, durante la Misa celebrada este miércoles 6 de mayo en la Casa Santa Marta, que Jesús vino al mundo para salvarlo de las tinieblas y para traer la luz al pueblo.
Sin embargo, el pueblo rechazó la luz de Jesús. "Ya al inicio del evangelio de Juan lo dice claramente: 'Vino junto a los suyos, y los suyos no lo acogieron'. Amaban más las tinieblas que la luz".
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El pueblo, explicó el Santo Padre, se había acostumbrado a las tinieblas. "No saben aceptar la luz, no pueden. Son esclavos de las tinieblas, y esa será la lucha continua de Jesús: iluminar, llevar la luz que hace ver las cosas como están, cómo son. Muestra la libertad, muestra la verdad, muestra el camino que hay que recorrer, pero con la luz de Jesús".
El pueblo "estaba tan acostumbrado a las tinieblas que la luz los deslumbra. Y ese es el drama de nuestro pecado. El pecado nos ciega y no podemos tolerar la luz. Tenemos los ojos enfermos. Y Jesús lo dice claramente en el Evangelio de Mateo: 'Si tu ojo está enfermo, todo tu cuerpo estará enfermo'. Si tu cuerpo sólo ve las tinieblas, cuántas tinieblas habrá dentro de ti".
En ese sentido, "la conversión es pasar de las tinieblas a la luz. Pero, ¿cuáles son las cosas que enferman los ojos de la fe? ¿Cuáles son las cosas que los ciegan?". Francisco citó 3: "Los vicios, el espíritu mundano y la soberbia".
"Estas tres cosas, los vicios, el espíritu mundano y la soberbia, te llevan a hacer sociedad con los demás para permanecer seguros en las tinieblas". Es como una mafia, ilustró el Papa, una mafia espiritual, doméstica que te lleva "a buscar algo con lo que cubrirte y permanecer en las tinieblas".
Además, advirtió que no es fácil vivir en la luz. "La luz te hace ver muchas cosas malas dentro de nosotros que no queremos ver. Los vicios, los pecados. Pensemos en nuestros vicios. Pensemos en nuestra soberbia. Pensemos en el espíritu mundano. Estas cosas te ciegan, te alejan de la luz de Jesús".
No obstante, "si nos ponemos a pensar en estas cosas, no encontraremos un muro, encontraremos una salida, porque Jesús mismo dice: 'Yo soy la luz y he venido al mundo no para condenar al mundo, sino para salvarlo'".
Es decir: "El Señor no te condena, el Señor te salva, te salva de las tinieblas que tenemos dentro, las tinieblas de la vida cotidiana, de la vida social, de la vida política, de la vida nacional, internacional, muchas tinieblas tenemos dentro. El Señor te salva, pero te pide que las veas primero, que tengas la valentía de ver tus tinieblas para que la luz del Señor entre y te salve".
"No tengamos miedo al Señor, es bueno, cercano a nosotros y vino a salvarnos. No tengamos miedo a la luz de Jesús", concluyó el Papa Francisco.
A continuación, el Evangelio comentado por el Papa Francisco:
Juan 12, 44-50
En aquel tiempo, Jesús dijo, gritando:
«El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas.
Al que oiga mis palabras y no las cumpla, yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, esa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo, lo hablo como me ha encargado el Padre».