El Arzobispo de Vancouver (Canadá), Mons. Michael Miller, hizo una importante donación a un equipo de investigadores de la Universidad de British Columbia que trabaja para buscar una vacuna contra el coronavirus.
"Que la investigación para dar soluciones al COVID-19 sea también un momento de solidaridad, colaboración y de crecimiento juntos como un signo visible para el mundo en el que la sanación y la reconciliación son tan necesarias ahora", dijo el Prelado el 27 de abril, según informa el B.C. Catholic.
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Ryan M. Thomas, asesor de la Arquidiócesis de Vancouver, indicó a CNA –agencia en inglés del Grupo ACI– que con su donación, Mons. Miller ha querido hacer explícito que la Iglesia apoya a la ciencia y a la medicina que contribuyen al bien común.
"La Iglesia –como el Papa Francisco ha dicho desde el comienzo de su pontificado– está llamada a salir, estamos llamados a comprometernos, no a retraernos", dijo Thomas.
"Desde el punto de vista científico, esto significa identificar la investigación que sea digna de nuestras inversiones y que cumpla con los altos estándares que tenemos para proteger la vida", agregó.
Aunque Thomas no precisó el monto exacto de la donación, sí comentó que se trata de varios miles de dólares.
Se calcula que actualmente hay al menos unos 50 equipos de investigadores en todo el mundo que se han abocado a la tarea de buscar una vacuna para el coronavirus. Muchos de ellos ya han sido financiados por el gobierno en Estados Unidos y Canadá, y están siendo realizados por compañías farmacéuticas.
Ryan M. Thomas explicó que para el Arzobispo de Vancouver es importante que la Iglesia sea vista como una promotora de la investigación para lograr una vacuna que los católicos puedan apoyar sin ir en contra de sus conciencias. En ese sentido, la investigación del equipo de la Universidad de British Columbia no utiliza material proveniente de bebés abortados.
El Dr. Wilf Jefferies, director del proyecto de investigación de la universidad, dijo a CNA que su equipo está en el proceso de los ensayos preclínicos para evaluar su potencial toxicidad antes de usarlos en seres humanos.
"Creo que la postura de la Arquidiócesis es una forma positiva y práctica de responder a la necesidad crítica de desarrollar una vacuna para nuestra sociedad. Estoy sinceramente honrado por el apoyo que hemos recibido de ella, así como de otros grupos e individuos", explicó Jefferies.
A mediados de este mes, diversos líderes provida en Estados Unidos solicitaron al Gobierno de Donald Trump que la vacuna que se desarrolle contra el coronavirus no tenga nexos con el aborto.
"Es sumamente importante que los estadounidenses tengan acceso a una vacuna producida éticamente: ningún estadounidense debe ser obligado a elegir entre ser vacuna contra este virus potencialmente mortal o violar su conciencia", señala la carta con fecha 17 de abril, enviada a Stephen M. Hahn, comisionado de la Food and Drug Administration, la entidad estadounidense encargada de supervisar las medicinas y fármacos en Estados Unidos.
¿Qué dice la Iglesia sobre el origen de las vacunas?
En el año 2005, la Pontificia Academia para la Vida publicó la declaración "Reflexiones morales acerca de las vacunas preparadas a partir de células provenientes de fetos humanos abortados", en el que, entre otras cosas se señala que "existe el deber grave de usar las vacunas alternativas y de invocar la objeción de conciencia respecto a las que presentan problemas morales".
Sin embargo, se precisa que puede ser lícito usarlas, aunque "la licitud de la utilización de estas vacunas no se interpreta como una declaración de licitud de su producción, comercialización y uso, sino como una cooperación material pasiva y, en sentido más débil y remoto, también activa, moralmente justificada como extrema ratio en razón del deber de proveer al bien de los propios hijos y de las personas que están en contacto con los hijos (mujeres encintas)".
"Tal cooperación acontece en un contexto de constricción moral de la conciencia de los progenitores, que están sometidos a la alternativa de obrar contra la conciencia o de poner en peligro la salud de los propios hijos y de la población en general. Se trata de una alternativa injusta que debe ser eliminada cuanto antes", agrega.
En 2008 un nuevo documento llegó a una decisión similar y un nuevo texto de 2017 del mismo dicasterio resaltaba que existe la "obligación moral de garantizar la vacunación necesaria para la seguridad de otros, especialmente la seguridad de los más vulnerables como las mujeres embarazadas y los afectados por inmunodeficiencias que no puede ser vacunados contra estas enfermedades".
Traducido y adaptado por Walter Sánchez Silva. Publicado originalmente en CNA