La Asociación de Médicos Católicos de Buenos Aires (Argentina) reflexionó sobre cómo vencer el miedo que genera el enfrentarse a una pandemia que aún está sin control como es el COVID-19.
A través de una reflexión titulada "Yo acuso", la vicepresidenta de la asociación, Elena Passo, manifestó que el "dolor y sufrimiento nos conmueve a todos" y "muchos sienten un profundo temor".
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En algunos casos, el miedo los lleva a "resignificar su propia dignidad" y a tener "una respuesta que los acerca a la santidad" como es el caso de médicos, enfermeros, personal de limpieza, voluntarios y sacerdotes.
"Todos ellos, creyentes o no, se comportaron como humildes y fieles servidores de la vida", describió Passo.
"A otros, en cambio, este temor en vez de permitirles una resignificación de la propia dignidad y salir de la crisis como mejores personas, el miedo los ha paralizado y no pueden ver la realidad. Están ciegos para captar la esencia de las cosas y su lectura errada los encierra aún más", aseguró.
"La realidad nos muestra que estamos en presencia de una enfermedad infecto contagiosa que no discrimina y que nadie en su sano juicio va a querer contagiar y de la cual nadie quiere enfermarse".
Es en esa "pesadilla individual de la propia ceguera" cuando se transfiere el "miedo y la angustia que me ocasiona la posibilidad del contagio a un 'culpable'" y surge el "'yo acuso' y lo hago responsable de mis propias limitaciones", explicó Passo.
De esta forma, se acusa al personal de salud "porque al cuidar pacientes me pueden contagiar", al "vecino porque vino de otro lugar", "al de otra etnia o al que viene de otra cultura y me puede contagiar", entre otros ejemplos.
"El 'yo acuso' se levanta como un grito al unísono de una sociedad, ya de antes moralmente muy enferma, y que no teme eso sí, en discriminar al otro. No hay peor esclavitud que estar sumido en el miedo, porque hace relucir en nosotros nuestra peor parte y esa es la parte que no viene de Dios", aseguró Passo.
"Somos hermanos en el dolor, en la enfermedad y en la muerte. Somos hermanos aún en nuestras propias miserias, somos hermanos aún en el miedo", afirmó la vicepresidenta.
"Busquemos un camino de solidaridad con el que tanto teme, ayudémosle a correr el velo, para que pueda sacar de sí mismo lo mejor y volver a ser libre", agregó.
En ese sentido, la doctora propuso "concentrarnos en apuntalar nuestra riqueza" en la "gracia de nuestra fe, la fortaleza de pertenecer a la Iglesia de Cristo y sus enseñanzas".
"Nuestro temor radica en la negación de la propia fragilidad, la fragilidad humana y la enfermedad, el dolor y el sufrimiento son circunstancias que la evidencian aún más".
"Un discípulo comprende que hay que ayudar a cargar la cruz del hermano. Un discípulo comprende que hay que dejarse habitar por Dios para cargar la propia cruz".
En ese sentido, "esta crisis es un reto y se sale victorioso con la convicción profunda que Dios nos ama y que en todo momento cuida de nuestra fragilidad", concluyó la reflexión.
Lea la reflexión completa AQUÍ.