Catholic Relief Services (CRS) y más de 40 organizaciones sin fines de lucro solicitan recursos y pruebas adecuadas de coronavirus COVID-19 para la protección de las personas más vulnerables frente a la pandemia que son los migrantes, refugiados y personas sin hogar.
El 16 de abril, CRS anunció su unión a una red de más de 40 "organizaciones locales, nacionales e internacionales sin fines de lucro que piden la protección de las personas sin hogar, migrantes y refugiados en medio de la mortal pandemia de coronavirus" y señaló que son las personas más vulnerables frente al COVID-19, por no tener ni siquiera "un refugio seguro al cual llamar hogar".
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La vicepresidenta del Departamento de Respuesta Humanitaria de CRS, Jennifer Poidatz, dijo que estas personas "a menudo carecen incluso de las necesidades más básicas, como agua limpia, alimentos y saneamiento adecuado" y alertó que si en tiempos normales ya tienen un mayor riesgo de enfermedad, "necesitan aún más protección ahora".
Esta red ha firmado una declaración solicitando "la provisión de vivienda adecuada, alimentos, acceso a higiene básica y saneamiento, y equipos de protección para los desplazados y quienes los ayudan". Indicó que se necesita "urgentemente pruebas adecuadas de COVID-19" que servirán para "mitigar la propagación y brindar tratamiento" a los infectados, señaló CRS.
El COVID-19 representa algo más que una emergencia de salud pública para los más de 70 millones de personas desplazadas de sus hogares en el mundo que viven en "circunstancias extremadamente frágiles", señaló CRS, pues "puede causar interrupciones masivas en los medios de vida, la seguridad y la cohesión social de las personas", lo que amenazaría su ya "limitado acceso a vivienda, alimentación, educación y capacidad para trabajar".
Poidatz también advirtió que "las condiciones en las que se encuentran tanto hombres, mujeres y niños, después de ser desplazados de sus hogares, podrían significar que este virus se propague como un incendio forestal a través de refugios y campamentos, cobrando muchas más vidas y poniendo en riesgo a muchos más".
Por ejemplo, CRS señaló que en México y El Salvador, "los refugios para migrantes están cerrando para los recién llegados, dejando a personas sin hogar y apoyo". Mientras que en Myanmar, "las personas que viven en campamentos necesitan urgentemente refugio, agua potable y saneamiento" y en Filipinas e Indonesia, hay miles de personas que después de ser desplazados por tormentas mortales, "aún viven en refugios de emergencia" y "necesitan ser trasladados a espacios con la posibilidad de distanciamiento social y aislamiento".
CRS explicó que como los refugiados viven en un campamento, "el entorno congestionado y el acceso limitado a artículos de higiene como agua limpia y jabón pueden dificultar el cumplimiento de las pautas para prevenir la propagación de COVID-19". Por ello, señaló como fundamental que en los entornos de campamento se cuente con "suministros de higiene, información clara y prácticas de distanciamiento social". Asimismo, dijo que es esencial durante esta crisis el tener "la capacidad de aislar y cuidar a los enfermos".
Frente a esta situación "CRS y sus socios en más de 30 países están expandiendo y adaptando la programación para prevenir la propagación y reducir el riesgo de COVID-19", lo que incluye "priorizar las áreas con esfuerzos continuos de ayuda de emergencia, incluso en asentamientos de refugiados y desplazados internos, dado el alto nivel de vulnerabilidad y las necesidades existentes de las personas mucho antes de esta pandemia", concluyó.