En la celebración de la Vigilia Pascual desde la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco centró su reflexión en el "derecho fundamental" que se conquista este Sábado Santo y que no puede ser arrebatado: El derecho a la esperanza que proviene de Dios.
"En esta noche conquistamos un derecho fundamental, que no nos será arrebatado: el derecho a la esperanza; es una esperanza nueva, viva, que viene de Dios. No es un mero optimismo, no es una palmadita en la espalda o unas palabras de ánimo de circunstancia", dijo el Papa Francisco en la homilía de este sábado 11 de abril.
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El Santo Padre recordó que esta esperanza "es un don del Cielo, que no podíamos alcanzar por nosotros mismos".
"Todo irá bien, decimos constantemente estas semanas, aferrándonos a la belleza de nuestra humanidad y haciendo salir del corazón palabras de ánimo. Pero, con el pasar de los días y el crecer de los temores, hasta la esperanza más intrépida puede evaporarse. La esperanza de Jesús es distinta, infunde en el corazón la certeza de que Dios conduce todo hacia el bien, porque incluso hace salir de la tumba la vida", dijo.
En ese contexto, destacó que aunque el sepulcro es un lugar de donde no se puede salir, "Jesús salió por nosotros, resucitó por nosotros, para llevar vida donde había muerte" y para "remover las piedras que sellan el corazón"
"Por eso, no cedamos a la resignación, no depositemos la esperanza bajo una piedra. Podemos y debemos esperar, porque Dios es fiel, no nos ha dejado solos, nos ha visitado y ha venido en cada situación: en el dolor, en la angustia y en la muerte. Su luz iluminó la oscuridad del sepulcro, y hoy quiere llegar a los rincones más oscuros de la vida. Hermana, hermano, aunque en el corazón hayas sepultado la esperanza, no te rindas: Dios es más grande. La oscuridad y la muerte no tienen la última palabra. Ánimo, con Dios nada está perdido", fueron las palabras de apoyo del Santo Padre ante la difícil situación que vive el mundo.
"Si en el camino eres débil y frágil, si caes, no temas, Dios te tiende la mano y te dice: 'Ánimo'. (…) Basta abrir el corazón en la oración, basta levantar un poco esa piedra puesta en la entrada de tu corazón para dejar entrar la luz de Jesús", acotó.
El Papa Francisco dijo que este es el anuncio pascual que, sin embargo, tiene una segunda parte: "el envío", porque "el anuncio de la esperanza no se tiene que confinar en nuestros recintos sagrados, sino que hay que llevarlo a todos, porque todos necesitan ser reconfortados".
"Llevemos el canto de la vida a cada Galilea, a cada región de esa humanidad a la que pertenecemos y que nos pertenece, porque todos somos hermanos y hermanas. Acallemos los gritos de muerte, que terminen las guerras. Que se acabe la producción y el comercio de armas, porque necesitamos pan y no fusiles. Que cesen los abortos, que matan la vida inocente. Que se abra el corazón del que tiene, para llenar las manos vacías del que carece de lo necesario", fue el pedido el Santo Padre.
"Nosotros, peregrinos en busca de esperanza, hoy nos aferramos a Ti, Jesús Resucitado. Le damos la espalda a la muerte y te abrimos el corazón a Ti, que eres la Vida", concluyó.
Al igual que días anteriores, el Santo Padre celebró la Misa con pocos asistentes debido a las medidas dictadas para evitar el contagio del coronavirus. Solo lo acompañaron algunos laicos y miembros de la curia.
La celebración de este año inició a las 9.00 p.m. (hora local). Debido a la emergencia de salud, se omitió la preparación de la vela de Pascua, así como el encendido de las velas a los presentes. Durante la ceremonia no se realizaron bautismos, solamente la renovación de las promesas bautismales.