En el día de celebración de los 500 años de la primera Misa en Argentina, el presidente de la Conferencia Episcopal (CEA), Mons. Oscar Ojea, expresó que este acontecimiento marca el nuevo modo de relacionarnos y de hacer vínculos.
Para evitar la propagación del coronavirus, todas las actividades preparadas para la ocasión en la Diócesis de Río Gallegos debieron ser suspendidas.
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Los signos para conmemorar este acontecimiento eclesial fueron una vigilia de oración y Adoración Eucarística y una Misa, todos en formato online para fomentar la participación de los fieles sin necesidad de congregarse en un espacio físico.
De otro lado, algunos obispos auxiliares de la Diócesis de San Isidro junto con Mons. Ojea se unieron espiritualmente a la actividad para recordar que "la celebración de la Eucaristía construye y provoca un nuevo modo de relacionarnos entre nosotros", dijo el presidente de la CEA.
"El Señor se hace pan para alimentarnos, se hace pan para hacernos buenos, el pan bueno de Dios. El Señor se hace pan para que nosotros podamos hacer lugar en la mesa a tantos hermanos, para que le demos una cualidad especial a todos nuestros vínculos, a todas nuestras relaciones", agregó.
En ese sentido, Mons. Ojea manifestó que renovar 500 años de "nuestra primera Comunión" en la que el "Señor quiso quedarse entre nosotros" obliga a responder "no excluyendo a nadie de la mesa, haciendo lugar y cualificando nuestros vínculos".
"Nuestra patria tiene una historia larga de 'primeras comuniones'. Cuántas historias de gozo en el corazón de tantos niños, de tantas familias al tomar conciencia del amor de Jesús y de aquello a lo que Jesús nos invitaba, a formar una verdadera comunión cristiana".
Por el contrario, el presidente de la CEA recordó que abandonar la Eucaristía da paso al "pan duro de la indiferencia, del desamor, del egoísmo".
"Qué momento providencial que nos pone el Señor para poder reflexionar sobre nuestro vínculo, como vivimos la caridad", aseguró Mons. Ojea.
En tanto, el Arzobispo de Salta, Mons. Mario Antonio Cargnello, manifestó que la sencillez de la celebración invita a volver a lo profundo de la Última Cena.
"Estamos invitados a celebrar con profunda fe" para dar gracias a Dios por los 500 años, sostuvo Mons. Cargnello.
"El cuerpo y la sangre derramada no dejan de ser fecundo, y quiere seguir siendo fecundos hoy a través de nuestra fe que se hace vida", expresó.