Esta noche a las 11:00 p.m. (hora local) comienza la vigilia online de celebración de los 500 años de la primera Misa en Argentina, hecho que no sólo conlleva un hito religioso, sino cultural e histórico para todo el país.
En concordancia con las medidas dictadas para evitar el contagio de coronavirus, los fieles participarán en forma virtual de la vigilia que se realizará a través de la cuenta Facebook.
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Al día siguiente, la Misa de los 500 años será celebrada en privado por Mons. García Cuerva en la Capilla del Obispado de Río Gallegos a las 12:00 p.m. (hora local) la que también será transmitida por Canal 9 Santa Cruz; las emisoras Radio María, FM Frecuencia y LU14 y las redes sociales de los 500 años Primera Misa Argentina.
El Obispo de Río Gallegos (Argentina), Mons. Jorge García Cuerva, explicó en la reflexión que guía este acontecimiento, que el navegante portugués Hernando de Magallanes salió en agosto de 1519 con cinco naves desde España.
"El objetivo era encontrar un paso que comunicase las aguas del Atlántico con las del océano que en aquel entonces se conocía como mar del sur y más tarde se denominaría Pacífico", describe el texto.
Al desembarcar en la bahía de San Julián, provincia de Santa Cruz (sur del país), Magallanes tomó la decisión de pasar el invierno para más adelante continuar en la busca del paso interoceánico que más tarde se llamaría Estrecho de Magallanes.
Fue el 1 de abril de 1520, Domingo de Ramos, cuando el sacerdote español, P. Pedro de Valderrama, celebró la primera Misa en territorio argentino.
"Imaginemos los sentimientos y el estado anímico de aquellos hombres que habían partido de España en septiembre de 1519 y que luego de muchos meses de travesía, aún no habían encontrado el paso interoceánico", expresó Mons. García.
"Las dificultades propias del viaje en esas pequeñas y frágiles embarcaciones, las enfermedades, la añoranza de estar lejos de la familia y los seres queridos, las tensiones y diferencias en la tripulación", agregó.
En ese contexto, se celebra la primera Eucaristía "seguramente sintiendo que necesitaban poner toda su vida en manos de Dios para seguir adelante", dijo el Obispo.
El P. Valderrama junto con el P. Pedro Sánchez de Reina, también de la tripulación celebraron otras Misas y sacramentos. También se instaló una cruz en la cima de la montaña más alta de Puerto Santa Cruz, donde se cree que también se celebró la Eucaristía.
Fue la misma noche del 1 de abril cuando una parte de la tripulación no quiso seguir navegando y "Magallanes toma decisiones drásticas. Sentencia a muerte a varios y a otros se los abandona en una isla desierta".
"Hoy esta historia puede resultarnos muy fuerte y sangrienta; podemos preguntarnos cómo enseguida después de celebrar una Misa, esas mismas personas son capaces de hechos tan terribles, en medio de una sublevación".
"Pero también podemos pensar cuántas veces hoy, luego de celebrar nuestras Eucaristías dominicales, nos tratamos mal, nos ignoramos, hablamos unos de otros", aseguró Mons. García.
Así como en la Última Cena, prosiguió el Obispo, "en la Eucaristía celebrada aquél 1 de abril de 1520, también hubo lugar para todos, incluso para los que ya estaban pergeñando una traición", sostuvo.
"Roguemos a Dios que en nuestras comunidades también haya lugar para todos, que nadie quede afuera, que nadie sea excluido", "que nos comprometa en la construcción de una sociedad más justa y fraterna, sin hermanos descartables o desechables; que en nuestras comunidades nadie quede afuera; no seamos jueces condenatorios".
En ese sentido, el Obispo de Río Gallegos recordó que la Celebración Eucarística "nos exige un espíritu comunitario, nos exige abrir los ojos para reconocerlo al Señor y servirlo en los más pobres".
"Para los cristianos, la Eucaristía es la presencia real de Cristo entre nosotros, el alimento que nos fortalece, que nos une como hermanos, y que nos anima a ser constructores de una sociedad más justa y fraterna, porque el Cuerpo de Cristo, nos hace también cuerpo social y comunitario".
Mons. García recordó también que "somos fruto de esa historia de encuentros y también de desencuentros, que nos define y cada vez más como una sociedad multicultural, diversa, desafiada a seguir expresándose desde sus propias raíces, abierta a la tolerancia y al respeto".
"Reconocemos que muchas veces en esta historia, la Iglesia no fue fiel al Evangelio de Jesús; por eso hacemos nuestro una vez más el pedido de perdón a los pueblos originarios, quienes muchas veces no fueron respetados en su cultura", reflexionó.
En ese sentido, "como Iglesia animamos al diálogo y al respeto; en nuestra historia ya ha habido muchos momentos de violencia y de intolerancia; hoy creemos estar ante una gran oportunidad de celebrar la vida entre todos, con sus momentos duros y difíciles y también sus momentos de alegría, porque creemos en Cristo que nos dice: "Yo he venido para que tengan Vida y Vida en abundancia"", concluyó.