En medio de la pandemia de coronavirus COVID-19, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) hizo un llamado a los empresarios del país para que "ningún corazón se endurezca" y que "nadie tenga miedo al desprendimiento por amor a los demás".
En un mensaje publicado este 30 de marzo, la CEM destacó que "el mensaje de consuelo y de esperanza que el Santo Padre, el Papa Francisco, ha dirigido a todo el mundo, ha llegado al fondo de muchos corazones, tanto de creyentes como de no creyentes, y ha despertado el sentimiento de fe, de fragilidad y de necesidad de un don divino para la humanidad: es necesario confiar en el Dios de la misericordia que sabe actuar en el momento oportuno".
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"Estamos en la misma barca, nadie se salva solo, en esta barca está también Cristo, quien no se desentiende de la situación de peligro, sino que espera de nosotros, como discípulos llenos de humildad, una respuesta de fe adecuada al momento que estamos viviendo".
Los obispos mexicanos subrayaron que "la tempestad ha dejado al descubierto nuestra vulnerabilidad, nuestros descuidos, nuestros pecados y disfraces. Necesitamos los dones que Dios ha puesto y cultivado en cada uno de los seres humanos que formamos esta sociedad para poder superar, con la ayuda de la gracia divina, tanto los embates de la epidemia del COVID-19 como el gran desafío de la economía y el desaliento de muchas personas y familias que ya están sufriendo por el miedo a la enfermedad y a la muerte".
"Hermanas y hermanos, nos necesitamos. Es tiempo de unir nuestras fuerzas con mucha fraternidad y solidaridad, con la firme voluntad de ver por el bien de todos", expresó la CEM.
"Uno de los aprendizajes en estas calamidades es tomar conciencia de lo interconectados que estamos y que podemos ser factor de esperanza para todos o factor de destrucción de la solidaridad. Todos necesitamos hacernos cargo de la situación, conscientes de que, para sacar nuestro pueblo adelante, todos tendremos que desprendernos de algo", señaló.
"Necesitamos que todos los sectores de la sociedad nos sumemos, desde los más necesitados hasta los empresarios más exitosos y las autoridades civiles, incluyendo a los ámbitos intermedios de la sociedad civil: asociaciones civiles, universidades, iglesias… Unirnos para pensar juntos y tomar las mejores decisiones", indicaron los obispos.
Los Obispos de México expresaron su deseo de "que las autoridades tomen las decisiones más prudentes a favor no de los propios intereses, sino del bien de todos y para ese bien común; que las instituciones educativas, que innegablemente necesitan de recursos económicos, en estos momentos busquen difundir la verdad para todos; que las Iglesias hagamos todo el bien que podamos, no por proselitismo sino por verdadero compromiso con nuestra fe".
"Nadie tenga miedo al desprendimiento por amor a los demás, que para nosotros los hombres de fe es sinónimo de amor a Dios: el agradecimiento de las personas y de Dios llegará y por cada gota de agua que dones en bien de un hermano tuyo, el Señor te llenará el corazón de paz y de alegría", señalaron.
"Todo lo material que alguno pudiera tener acumulado en su granero debe estar al servicio de los demás", indicaron.
Los obispos mexicanos alentaron a "que, en este momento histórico, ninguna mente se nuble, ningún corazón se endurezca, ningún espíritu se apoque. Tenemos que aceptar el desafío del tiempo presente y tomarlo como reto bien estudiado para luego transformarlo en una meta de esperanza y alegría, iluminados por el Espíritu Santo".
"La Iglesia Católica no tiene ni dicta recetas técnicas para la sociedad, solo pone al servicio de todos lo aprendido en Cristo, Camino, Verdad y Vida. De Él hemos aprendido que 'con Dios, la vida nunca muere'. Demos entonces, luz y esperanza a nuestro pueblo, hagámoslo juntos, hagámoslo bien".
"¡Virgen Santísima de Guadalupe, cúbrenos con tu manto!", concluyeron.