El Papa Francisco recordó este miércoles el 25 aniversario de la publicación de la encíclica Evangelium vitae, de San Juan Pablo II, y que presenta "el ejemplo de la Virgen María que acogió a Dios en el momento del anuncio del Ángel Gabriel".
"Hoy celebramos la solemnidad de la Anunciación del Señor. Hace 25 años, San Juan Pablo II promulgó la encíclica Evangelium vitae, sobre el valor y la inviolabilidad de la vida humana. Este santo pontífice presentaba el ejemplo de la Virgen María que acogió a Dios en el momento del anuncio del Ángel Gabriel, y desde entonces se comprometió a hacerse cargo de esa nueva vida que nacía en sus entrañas", afirmó durante la Audiencia General que dirigió desde la Biblioteca del Palacio Apostólico.
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En su catequesis, el Papa explicó que el Evangelio de la vida "debe ser anunciado de forma prioritaria. Y pienso con agradecimiento en el testimonio silencioso de tantas personas que, de diferentes formas, se están prodigando al servicio de los enfermos, de los ancianos, de quien está solo y abandonado. Ponen en práctica el Evangelio de la vida como María que, acogido el anuncio del ángel, acudió a ayudar a su prime Isabel, que la necesitaba".
Además, el Santo Padre señaló que "la vida que estamos llamados a promover y a defender no es un concepto abstracto, sino que se manifiesta siempre en una persona de carne y hueso: un niño apenas concebido, un pobre marginado, un enfermo solo y desanimado, o en estado terminal, uno que ha perdido el trabajo, o que no consigue encontrarlo, un migrante rechazado o guetizado".
"El mensaje de la encíclica Evangelium vitae es, por lo tanto, más actual que nunca. Más allá de las emergencias, como esta que estamos viviendo, se trata de actuar en el ámbito cultural y educativo para transmitir a las generaciones futuras la actitud de solidaridad, de cuidado, de acogida, sabiendo que la cultura de la vida no es patrimonio exclusivo de los cristianos, sino que pertenece a todo aquel que, luchando por la construcción de relaciones fraternas, reconoce el valor mismo de cada persona, incluso cuando es frágil y sufre".
El Santo Padre, que este miércoles también dirigió el rezo mundial del Padre Nuestro para pedir a Cristo por el fin del coronavirus COVID-19, finalizó su catequesis repitiendo que "toda vida humana, única e irrepetible, constituye un valor inestimable. Esto debe anunciarse siempre de forma nueva, con la parresia de la palabra y la valentía de las acciones. Esto llama a la solidaridad y al amor fraterno hacia la gran familia humana y cada uno de sus miembros".