En su primera catequesis del año 2004, el Papa Juan Pablo II pidió a los fieles cristianos contemplar el ejemplo de María en estos días previos al fin del tiempo de Navidad.
“¡María, Madre de Dios!, exclamó el Pontífice en la catequesis celebrada en el Aula Paulo VI. “Esta verdad de fe profundamente ligada a las fiestas navideñas se evidencia de forma particular en la liturgia del primer día del año, solemnidad de Santa María Madre de Dios”.
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“María es la Madre del Redentor, la mujer elegida por Dios para realizar el proyecto salvífico centrado en el misterio de la encarnación del Verbo Divino”, agregó.
“Toda la existencia de María –prosiguió el Santo Padre- está ligada estrechamente a la de Jesús”. En Navidad Ella ofrece a Jesús a la humanidad. En la cruz, en el momento supremo del cumplimiento de la misión redentora, será Jesús quien entregará a su Madre como don para cada ser humano, como herencia preciosa de la redención”, agregó el Papa.
“Las palabras del Señor crucificado a su fiel discípulo Juan constituyen su testamento. Él confía su Madre a Juan y al mismo tiempo consigna al apóstol y a todos los creyentes al amor de María”, dijo también.
Juan Pablo II concluyó: “En estos últimos días de Navidad detengámonos a contemplar en el Nacimiento la silenciosa presencia de la Virgen al lado del Niño Jesús. Ella nos reserva el mismo amor, el mismo cuidado que tuvo para su Hijo divino. Dejemos por lo tanto que sea Ella quien guíe nuestros pasos en el nuevo año”.