El Arzobispo de Piura y Tumbes (Perú), Mons. José Antonio Eguren, afirmó que la actual emergencia del coronavirus es una buena oportunidad para redescubrir la importancia de la familia y precisó que la pandemia no se origina en Dios.
Así lo indicó el Prelado en su carta pastoral titulada "Señor Jesús, ten misericordia de nosotros", en la que ofrece algunas reflexiones ante la epidemia del coronavirus que obliga, de acuerdo a lo decretado por el Gobierno peruano, a que los ciudadanos se queden en casa hasta el próximo 30 de marzo y salgan solo en contadas excepciones.
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"Este aislamiento social obligatorio que nos pide quedarnos en nuestros hogares, es una oportunidad valiosa para redescubrir el don de nuestra familia y su valor insustituible en la vida de la sociedad, porque sin familia no hay futuro, más aún el futuro de la humanidad pasa necesariamente a través de ella que es la célula primera y vital de la sociedad", escribió el Arzobispo.
Tras alentar la oración en familia por todos los afectados por el coronavirus, el Arzobispo recordó que los padres son los primeros educadores y catequistas de sus hijos.
En este sentido, dijo, pueden explicarles "por ejemplo que Dios no es el origen de esta pandemia sino el pecado original; que Dios es un Padre providente que no abandona nunca a sus hijos y que es capaz de sacar mucho bien del mal; que el Cielo es nuestra verdadera Patria y destino".
"Pienso en la oportunidad que tienen los padres de educar a sus hijos en la caridad, en el sentido de la solidaridad, el servicio, la renuncia y el sacrificio, frente a una sociedad hedonista y consumista que los arrastra al individualismo egoísta", continuó.
"Pienso en la extraordinaria oportunidad que ofrecen estos días para tomar conciencia de las obligaciones y funciones de cada cual en el hogar para la buena marcha de la casa, y para tener un uso ordenado de la televisión, la internet y las redes sociales, privilegiando por encima de ellas las relaciones interpersonales".
El Prelado también destacó que en estos días sin salir de casa se presenta "la ocasión única que tienen los esposos en estos días de poder abrirse el corazón el uno al otro para renovar su amor y fidelidad conyugal, y reconciliarse en lo que hubiere necesidad".
"Queridas Familias: Que la Sagrada Familia de Nazaret sea su protección, modelo y fuente de esperanza en estos momentos y siempre. Sepan que rezo por ustedes. Les envío mi bendición. ¡Familia, sé fuerte! ¡Familia, sé lo que estás llamada a ser!", exhortó Mons. Eguren.
"Que estos días en que celebramos privadamente la Santa Misa, sean días para redescubrirla en toda su belleza, días para crecer en nuestra piedad eucarística, sacudiendo de nuestro corazón cualquier actitud cansina y de rutina", prosiguió.
El Arzobispo de Piura también resaltó que "esta pandemia nos está ayudando a comprender nuestra fragilidad y nuestra condición mortal. Que a pesar de disponer en estos tiempos de un avance científico y médico sin precedentes, el ser humano no es señor de la vida".
"El hombre hodierno se ufana en que ya no hay más tabúes, pero hay una realidad que en el fondo le aterra: el misterio de su muerte; comprobar que no es más que una criatura, y que su vida es perecedera, es decir que como ha comenzado algún día terminará. El creyente, en cambio, jamás cede ante el temor de la muerte, porque sabe que ha puesto su confianza en Cristo que la ha vencido", subrayó.
De otro lado, remarcó el Prelado peruano, "la ansiedad y la angustia que viven no pocos en estos días en el mundo entero, ¿no desnuda el mal del olvido y de la exclusión de Dios de la vida personal y social? Un mundo sin Dios es un mundo sin sentido que cae inexorablemente en la desesperación y el extravío. Por tanto, ¿no será ésta una ocasión preciosa para volver a Él?".
"Estamos en plena Cuaresma, y éste tiempo fuerte de conversión lo comenzábamos precisamente con el llamado del Señor", resaltó.
Ante la imposibilidad de ir a Misa, el Arzobispo de Piura alentó a seguirá por televisión o Internet, y a hacer esta oración para la comunión espiritual:
Mi Jesús:
Creo que estás presente en el Santísimo Sacramento.
Te amo por encima de todas las cosas y deseo recibirte en mi alma.
Como no puedo recibirte en este momento sacramentalmente,
entra al menos espiritualmente en mi corazón.
Te abrazo como si ya estuvieras allí y me uno completamente a Ti.
Nunca permitas que me separe de Ti.
Amén.
Puede leer la carta completa de Mons. Eguren haciendo click AQUÍ.