Los obispos de Colombia recordaron que la vida es sagrada e inviolable, tras el fallo de la Corte Constitucional que decidió inhibirse y rechazar así una propuesta para ampliar el aborto libre hasta las 16 semanas de gestación.
"La vida es inviolable, la vida es sagrada. Respetémosla, nunca la acabemos que no nos toca a nosotros", dijo esta mañana en conferencia de prensa Mons. Juan Vicente Córdoba, presidente de la Comisión Episcopal de Promoción y Defensa de la Vida del Episcopado colombiano.
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"La vida es sagrada. La vida humana tiene una característica fundamental: se trata de personas idénticas, con autonomía, con dignidad, con libertad. Y esto hay que respetarlo en cualquier lado", resaltó el también Obispo de Fontibón.
El Prelado recordó que "la Constitución de Colombia en su artículo 11 dice que el derecho a la vida es inviolable y no habrá pena de muerte. Es un derecho fundamental. No dice en tales meses o circunstancias, sino desde la concepción hasta la muerte natural. Es la posición también de la Iglesia Católica".
"No dispongamos de la vida de los demás como si fuéramos dioses, y con humildad ante el Creador, como criaturas, respetemos la vida y hagamos que la vida sea para el sentido que tiene: alabanza a Dios y felicidad de las personas", alentó.
Esta, continuó el Obispo, "es la posición de la Iglesia Católica y un buen católico atiende el magisterio de la Iglesia que lleva veinte siglos, desde Pedro y su sucesor Francisco, desde los apóstoles y sus sucesores los obispos, con Cristo a la cabeza".
Ayer 2 de marzo la Corte Constitucional de Colombia decidió inhibirse y no aprobar la ponencia del magistrado Alejandro Linares que buscaba ampliar el aborto libre hasta las 16 semanas de gestación.
La ponencia de Linares respondía a las demandas presentadas en enero por la doctora Natalia Bernal para prohibir esta práctica y defender a los no nacidos en Colombia. Con esta decisión la Corte también evitó pronunciarse sobre estas medidas legales.
De este modo el aborto se mantiene como establece la sentencia de 2006, que lo despenalizó para los casos de riesgo de vida de la madre, violación sexual y malformaciones fetales.
También se mantiene firme la sentencia 096 de 2018, que no solo ratificó la de 2006, sino que colocó el aborto como un "derecho humano" con la posibilidad de que se practique durante todo el embarazo.
Mons. Córdoba dijo a los periodistas que con esta decisión "lo que realizó la Corte podríamos llamarlo un alto en el camino. Como cuando uno va trotando o haciendo ejercicio, hay un momento para calmarse, tomar algo y respirar. Esto es lo que sucedió. Esto es un alto al camino que no ha llegado a la cima o a la meta".
"Yo lo tomo y lo tomamos en la Iglesia como un alto en el camino porque la Corte quiso parar. Eso nos permite conseguir aire fresco y continuamos. ¿Qué continuamos? Lo que la Corte todavía no ha solucionado y le toca a ellos, al Congreso. Eso es que la vida se respeta desde la concepción hasta la muerte natural".
El Prelado lamentó que sigan vigentes "las sentencias anteriores" y señaló que no es cuestión de "decir si estamos contentos o no. Respiremos y sigamos adelante porque hay unas sentencias que todavía siguen haciendo daño, como aquella que permite" realizar un aborto "con una inyección al corazón" de un bebé por nacer de siete u ocho meses de gestación.
El Obispo se refirió así al caso de Juan Sebastián o Juanse, como llamó a su bebé de casi 8 meses de gestación su papá, Juan Pablo Medina, quien no pudo evitar que su novia se sometiera al aborto, un caso que conmovió a toda Colombia entre enero y febrero de 2020.
El Obispo recordó que con las sentencias sobre el aborto que ha dado la Corte Constitucional, "si nace el niño con vida, lo dejan que muera; y si nace sin vida se aseguran de haberlo aniquilado por una inyección letal".
"¡Esto continúa y no podemos estar de acuerdo, y levantamos nuestra voz profética y de pastores, en nombre de los que no tienen voz!", exclamó.
El Prelado también alabó la labor de los laicos, sacerdotes y religiosos que ayudan a las mujeres con embarazos inesperados y que muestran así el rostro de Cristo en medio de una situación complicada.