Debido a los fuertes terremotos que remecen Puerto Rico, la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal del estado no incorporado de Estados Unidos pidió realizar jornadas de oración por el bienestar y la protección de los pobladores, e invitó a los fieles a acompañar, colaborar y ayudar unos a otros en la medida de lo posible.
Este 8 de enero, mediante una nota de prensa, los obispos expresaron su solidaridad con el pueblo puertorriqueño ante la situación de dolor y temor que atraviesa desde el 28 de diciembre de 2019.
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"Imploramos a nuestro Dios que se ha manifestado en Cristo Mesías y nos ha enviado a su Espíritu Santo, dador de vida, la protección para nuestra gente, sus residencias y propiedades", comentaron.
La Comisión invitó a actuar con diligencia para afrontar las consecuencias de los movimientos sísmicos, "con prudencia y la preparación necesaria en estas circunstancias adversas".
En la nota, los obispos señalaron que la costa sur de Puerto Rico es la más devastada, específicamente los pueblos de Ponce, Peñuelas, Guayanilla, Yauco y Guánica. Además, indicaron que algunas iglesias también han sufrido daños como la Catedral de Ponce Nuestra Señora de Guadalupe y el templo de la parroquia Inmaculada Concepción de Guayanilla.
También invitaron a las personas a "acompañar, colaborar y ayudarse unos a otros en la medida de lo posible, especialmente, teniendo cuenta de las personas más vulnerables: niños, ancianos, enfermos, entre tantos".
"En cada Diócesis de Puerto Rico se realizará una colecta y Cáritas de Puerto Rico ayudará durante el tiempo que sea necesario", agregaron.
La Comisión pidió a los párrocos y líderes religiosos a "organizar vigilias de oración por el bienestar y la protección de nuestra gente, particularmente, por los residentes de la costa sur que hasta ahora son los más afectados".
Finalmente, los obispos recordaron que estos fenómenos sísmicos que son completamente naturales, "y hay que enfrentarlos con cordura, prudencia, respeto, pero también, con la mayor preparación que nos permitan las circunstancias".
"No podemos paralizarnos ni ser víctimas del temor. Imploramos la misericordia de Dios con confianza y haciendo lo que esté a nuestro alcance para proteger la vida humana: la nuestra, la de nuestros seres queridos y la de todas la personas alrededor", concluyeron.