El Arzobispo de Piura y Tumbes, Mons. José Antonio Eguren Anselmi, explicó lo que considera debe hacer el buen político, especialmente si se dice cristiano, cuando en el Perú habrá elecciones para un nuevo congreso el domingo 26 de enero.
En su alocución esta mañana en la Iglesia de San Francisco, por el 199 aniversario del grito libertario de Piura el 4 de enero de 1821, el Prelado recordó que "hay que recordar que el fin propio de la política es la persona humana, y con ello la defensa y promoción de su dignidad. Los políticos tienen la misión de servir a la persona humana con todas sus exigencias, incluidas las trascendentes y eternas".
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"El buen político sabe que su misión consiste en servir a personas, a seres humanos concretos, quienes han sido creados a imagen y semejanza de Dios, y que por tanto están llamados a un destino eterno", resaltó el Arzobispo.
Mons. Eguren dijo luego que "el buen político sabe que no puede ni debe reducir su quehacer a meras ecuaciones económicas y a planes técnicos, y que debe sobre todo vivir su trabajo en clave de servicio a los demás, desterrando de su conducta todo afán de protagonismo y autoritarismo, encaminando más bien todas sus acciones a la creación de una sociedad caracterizada por el compartir, la solidaridad y el amor fraterno".
El Arzobispo indicó además que "el buen político sabe que las únicas bases para edificar esta sociedad las constituyen el respeto por la vida humana desde el instante mismo de la concepción y a través de todas las etapas de su progresivo desarrollo, y el respeto por los derechos humanos de la persona, basados en la ley natural inscrita en el corazón del hombre".
"Más todavía, el político que se afirma cristiano, y la mayoría en el Perú así lo reconocen, debe presentar la visión cristiana del hombre con convicción y coraje, a pesar de las oposiciones y ataques que pueda encontrar", subrayó.
Mons. Eguren precisó también que "el político cristiano no puede dejar a un lado su conciencia formada en la fe cristiana cuando hace propuestas o toma decisiones".
"Su praxis en el campo político debe mantenerse en indefectible coherencia con la enseñanza constante del Magisterio de la Iglesia y nunca debe ceder a las modas relativistas, a campañas mediáticas, y menos a presiones ideológicas internacionales", indicó.
El Arzobispo instó a rechazar de plano la "inmundicia de la corrupción" desterrando también "la lógica del clientelismo y del oportunismo, que contamina y corrompe a la democracia, y destruye la confianza, sobre todo de los jóvenes, en las instituciones".
"Nunca hay que olvidar que la política debe actuarse desde la verdad y jamás desde la mentira y la deslealtad, y que se deben rechazar el uso de medios equívocos o ilícitos para conquistar, mantener y aumentar el poder a cualquier precio", resaltó.
El Prelado peruano refirió después que "el ejercicio político sin valores se convierte fácilmente en un despotismo de injusticia donde los que más sufren son los pobres. Asimismo un sistema de justicia guiado por odios e intereses, o paralizado por el miedo, y que no tenga a la verdad como motivo y fin, se vuelve incapaz de construir una sociedad más justa y fraterna".
"El político debe de ser consciente que el poder que tiene le viene de Dios y que es responsable ante Él de las personas y del orden moral que le ha sido confiado, y que un día tendrá que dar cuenta ante el Señor de la responsabilidad que le fue confiada. Ninguno de nosotros escapará al juicio de Dios".
La Iglesia no se identifica con ningún partido político
El Arzobispo de Piura y Tumbes dijo asimismo que "la Iglesia no se identifica con ningún partido político y ningún programa político puede arrogarse la presunción de decir que contiene todas las riquezas del mensaje del Evangelio".
"Igualmente, la Iglesia no se entromete en la política y no aspira a participar en la gestión de los asuntos temporales, pero dentro de los principios de autonomía, independencia, y mutua cooperación que deben existir entre Ella y el Estado, la Iglesia busca contribuir a fortalecer las bases espirituales y morales de la sociedad", subrayó.
Esto, continuó, ocurre para que "todo esfuerzo por la defensa y promoción de la dignidad de la persona humana, y toda solicitud y trabajo por el bien común estén en sintonía con las exigencias de una ética humana y cristiana".
"La Iglesia, como depositaria del mensaje de salvación, puede y debe recordar a los hombres, y en particular a los gobernantes y a los políticos, cuáles son sus deberes éticos fundamentales en la búsqueda del bien común", afirmó.
De otro lado "los gobernantes y los políticos deben ser conscientes que socavar la fe en Dios y no respetar el derecho humano a la libertad religiosa, a la larga, se vuelve contra el hombre mismo y contra la fraterna convivencia humana".
Eso, destacó el Arzobispo, es claro "en el caso del Perú donde nuestra historia e identidad cultural están profundamente ligadas al acontecimiento cristiano. ¡El Perú existe por el cristianismo!".