Las luces del pesebre y del árbol de Navidad de la Plaza de San Pedro fueron encendidas en la tarde de este jueves 5 de diciembre y permanecerán así hasta el próximo 12 de enero.
La emotiva ceremonia de la iluminación del pesebre y del árbol se realizó con la participación de autoridades eclesiales y de las regiones del norte de Italia que donaron el nacimiento y el abeto.
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En primer lugar, el presidente de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, Cardenal Giuseppe Bertello, dio la bienvenida a las delegaciones encabezadas por tres obispos: el Arzobispo de Trento, Mons. Lauro Tasi; el obispo de Padua, Mons. Claudio Cipolla y el obispo de Vittorio Véneto, Mons. Corrado Pizziolo.
El Cardenal Bertello señaló que este pesebre de la Plaza de San Pedro "indica un poco la expresión artística de la fe de una población que ha sabido traducir sus sentimientos en arte y que ahora lo pone a disposición a la universalidad de la Iglesia porque en la Plaza de San Pedro pasan los peregrinos de todo el mundo quienes podrán admirar, y yo espero, no solo el arte, sino sobretodo las tradiciones, la vida cristiana de un pueblo que ha hecho historia con la historia de la Iglesia".
El pesebre proviene de la localidad de Scurelle, en la provincia italiana de Trento, y está realizado casi todo en madera. Está compuesto por dos elementos arquitectónicos característicos de la tradición trentina que contiene más de 20 figuras de tamaño natural (alrededor de 1 metro 80 centímetros) de madera policromada.
La Sagrada Familia se sitúa bajo la estructura más grande y alrededor de la escena central hay un espacio para los demás personajes: los Reyes Magos, los pastores, animales, objetos y plantas.
Además, hay un recuerdo especial para las víctimas de la tormenta de octubre y noviembre de 2018 que devastó diversas zonas de Triveneto. Como recuerdo de aquel desastre, fueron incluidas algunas piezas de madera provenientes de las zonas afectadas por las inundaciones.
En esta línea, el Arzobispo de Trento, Mons. Lauro Tisi, destacó que "el elemento más bello de este pesebre son las manos que lo han realizado, la comunidad que lo ha generado" y añadió que "estas manos que se unieron para construir este pesebre nos recuerdan que la verdadera fuerza está en hacerse vulnerables al otro, en hacer espacio a la historia, a la vida del otro".
Además, Mons. Tisi dijo que "este pesebre nos lleva a la marginalidad de la vida, el nacimiento de Jesucristo, y nos recuerda que Jesucristo, luz del mundo, se coloca en los márgenes, que es una provocación fortísima para descubrir que ama quien sabe hacer espacio, quien se retira para hacer campo, y la vida pasa allí, por hombres y mujeres que no tienen necesidad de invadir la escena, que van tranquilamente en los márgenes porque su objetivo es hacer crecer al otro".
"La provocación cristiana es esta, mientras haces vivir al otro, vives también tú. La provocación cristiana es esta, si quieres la vida, regálala, si la conservas, la pierdes", expresó Mons. Lauro Tisi quien deseó "un buen camino hacia la Navidad, pero sobre todo que este pesebre nos recuerde la belleza del encuentro, la fuerza de vivir para el otro y no alrededor de sí mismos".
Al finalizar, unos bomberos descubrieron el pesebre y un niño y una niña encendieron el pesebre. Mientras que el coro interpretaba una canción tradicional de Navidad.
Luego, el Obispo de Padua, Mons. Claudio Cipolla, se refirió al abeto rojo de 26 metros de altura y 70 centímetros de diámetro que proviene del Altiplano de Asiago. Dijo que junto a la donación del árbol, la población local también realizó un gesto de solidaridad al ofrecer donativos para un hospital pediátrico en Belén.
"Este árbol nos recuerda un corazón que quiere tener atención a quienes pasan por más dificultad. Al verlo encendido mostrará también esta solidaridad hacia todos. Este árbol indica también la apertura a otros sufrimientos que hay en el mundo. Esta plaza es una plaza mundial", afirmó.
Asimismo, Mons. Cipolla recordó que este árbol es "símbolo de una historia" porque hace cien años concluyó la primera guerra mundial en el territorio que proviene este árbol.
En esta línea, el obispo de Padua deseó que este árbol de Navidad recuerde al Evangelio y la "atención a los últimos" para estar "atentos a la solidaridad de nuestras comunidades, familias" y del "compromiso para ser nosotros mismos cristianos".
Después, otros dos niños encendieron las luces del árbol de Navidad mientras que la banda de la Gendarmería Vaticana entonaba un himno.
Por último, el Obispo de Vittorio Veneto, Mons. Corrado Pizziolo, recordó que esta mañana entregaron también al Papa Francisco el pesebre en el Aula Pablo VI.
Mons. Pizziolo recordó las devociones al Rosario, Vía Crucis y al pesebre. Sobre esta última señaló en ocasiones es realizado "también por personas que practican poco o incluso en lugares que no hay mucha práctica religiosa".
Sin embargo, Mons. Corrado indicó que el pesebre "es una bella devoción cristiana" y agregó que "también los pesebres más humildes son bellos, porque tocan algo que todos hemos vivido que es el propio nacimiento".
"El Señor quiso hacerse niño para presentarse ante nuestros ojos en su ternura, en su fragilidad, para darnos a entender su amor" dijo el prelado por lo que animó a contemplar los pesebres para que a través de esa mirada podamos ser robados "por las realidades celestes, es decir, por el Amor del Señor que se manifiesta en estos signos, así simples, pero bellos".
El árbol y el pesebre estarán expuestos en la Plaza de San Pedro del Vaticano hasta la conclusión del Tiempo de Navidad, que coincide con la fiesta del Bautismo del Señor el domingo 12 de enero de 2020.