El Papa Francisco afirmó que Dios acompaña las búsquedas sinceras del bien, la verdad y la justicia, en un saludo dirigido a los miembros del sindicato autónomo Solidaridad de Polonia.

Este sindicato polaco "ha sido protagonista de los cambios políticos y sociales en vuestro país y también ha desempeñado un papel inspirador más allá de sus fronteras", dijo el Santo Padre en su saludo este miércoles 4 de diciembre en el Vaticano en ocasión de los 40 años de Solidaridad.

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"Me congratulo por vuestro servicio en favor del bien común y de los diversos grupos profesionales en Polonia; y quiero recordar que la presencia de Dios acompaña las búsquedas sinceras que personas y grupos realizan por el bien, la verdad y la justicia", resaltó el Papa.

Uno de los líderes históricos de Solidaridad, ganador del Premio Nobel de la Paz y expresidente de Polonia fue el católico Lech Walesa. El sindicato tuvo un rol esencial en la caída del gobierno comunista polaco y a la postre del fin del régimen soviético.

En 2013, Walesa destacó a un medio español la elección en 1978 del Papa San Juan Pablo II. "Fue en ese momento que llegó, como enviado del cielo, un papa polaco. Un papa que apoyaría y sostendría este camino y búsqueda de cambios desde la misión encomendada a Solidaridad, recordándonos siempre que 'no puede haber libertad sin solidaridad', y fortaleciendo en nosotros la esperanza".

Haciendo alusión a este camino, el Papa Francisco recordó en su discurso de hoy que "hace cuarenta años, San Juan Pablo II invocaba para sus compatriotas esta misma presencia de Dios y el soplo del Espíritu Santo, exclamando: '¡Baje tu Espíritu! ¡Y renueve la faz de la tierra. De esta tierra!'".

El Santo Padre dijo además que "un signo de apertura al Espíritu de Dios es la actitud de solidaridad con las personas privadas de sus derechos inalienables, solidaridad que se lleva a cabo en el campo del trabajo y del estudio, en las relaciones sociales, económicas, políticas e internacionales".

"La palabra 'solidaridad' está un poco desgastada y a veces se la interpreta mal, pero es mucho más que algunos actos esporádicos de generosidad. Es una sensibilidad a la voz de los hermanos y hermanas que están privados del derecho a unas condiciones de trabajo decentes, a la justa recompensa necesaria para mantener a la familia, a la asistencia sanitaria o al descanso", continuó el Papa.

En el diálogo con el Estado y con la sociedad, "la Iglesia no tiene soluciones para todas las cuestiones particulares. Pero junto con las diversas fuerzas sociales, acompaña las propuestas que mejor respondan a la dignidad de la persona humana y al bien común".

"Hay que recordar que la condición para que se produzcan cambios positivos en las estructuras sociales es, ante todo, un cambio de mentalidad, de convicciones y de actitudes, al que las generaciones más jóvenes deben ser educadas. De otro modo, tarde o temprano, las nuevas estructuras ya no servirán al bien común, sino a grupos particulares, y se volverán corruptas, pesadas e ineficaces, e incluso dañinas", resaltó el Pontífice.

"Pido a Dios los dones del Espíritu Santo para ustedes y para todos los miembros de vuestro sindicato, para que las iniciativas que emprendan se inspiren siempre en la regla cristiana: 'Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas'", concluyó el Santo Padre.