El Papa Francisco celebró este 25 de noviembre la Misa en el Tokio Dome, en la que cuestionó la cultura del éxito a cualquier costo, extendida especialmente en la sociedad japonesa y llamó a los fieles a preguntarse si acaso la persona frágil y discapacitada no son dignas de amor.
"¿Acaso alguien por ser discapacitado o frágil no es digno de amor?, ¿alguien, por ser extranjero, por haberse equivocado, por estar enfermo o en una prisión, no es digno de amor? Así lo hizo Jesús: abrazó al leproso, al ciego y al paralítico, abrazó al fariseo y al pecador. Abrazó al ladrón en la cruz e inclusive abrazó y perdonó a quienes lo estaban crucificando", expresó Francisco ante las 50 mil personas que asistieron a la última Eucaristía que presidió en su visita apostólica a Tailandia y Japón, que comenzó el pasado 20 de noviembre.
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En su homilía, el Santo Padre advirtió sobre la cultura del éxito a cualquier costo tan extendida en la actualidad, especialmente en Japón. Indicó que en su encuentro con los jóvenes, estos le hicieron notar que "en una sociedad con la economía altamente desarrollada (…) no son pocas las personas que están socialmente aisladas, que permanecen al margen, incapaces de comprender el significado de la vida y de su propia existencia".
"El hogar, la escuela y la comunidad, destinados a ser lugares donde cada uno apoya y ayuda a los demás, están siendo cada vez más deteriorados por la competición excesiva en la búsqueda de la ganancia y la eficiencia. Muchas personas se sienten confundidas e intranquilas, están abrumadas por demasiadas exigencias y preocupaciones que les quitan la paz y el equilibrio", señaló.
Ante ello, el Papa recordó que Jesús llama a no inquietarse por la vida, por el día de mañana. Aclaró que ello no es una invitación a desentenderse de lo que pasa alrededor y de las responsabilidades, sino que es "una provocación a abrir nuestras prioridades a un horizonte más amplio de sentido", que es la búsqueda del Reino de Dios "y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura".
"Las actitudes mundanas que buscan y persiguen sólo el propio rédito o beneficio en este mundo, y el egoísmo que pretende la felicidad individual, en realidad sólo nos hacen sutilmente infelices y esclavos, además de obstaculizar el desarrollo de una sociedad verdaderamente armoniosa y humana", advirtió.
En ese sentido, el Papa indicó que la comunidad cristiana está llamada a "proteger toda vida y testimoniar con sabiduría y coraje un estilo marcado por la gratuidad y la compasión", que abraza y da la bienvenida "a todo lo que no es perfecto, puro o destilado, pero no por eso menos digno de amor".
"El anuncio del Evangelio de la Vida nos impulsa y exige, como comunidad, que nos convirtamos en un hospital de campaña, preparado para curar las heridas y ofrecer siempre un camino de reconciliación y perdón. Porque para el cristiano la única medida posible con la cual juzgar cada persona y situación es la de la compasión del Padre por todos sus hijos", expresó.
El Papa Francisco aseguró a los fieles japoneses que "unidos al Señor, cooperando y dialogando siempre con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, y también con los de convicciones religiosas diferentes, podemos transformarnos en levadura profética de una sociedad que proteja y se haga cargo cada vez más de toda vida".
Antes de culminar la Misa, el Arzobispo de Tokio, Mons. Tarcisius Isao Kikuchi, agradeció al Papa por haber visitado el país e indicó que los obispos locales consideran importante que Japón se comprometa hoy en el servicio de la vida.
"La tierra, nuestra casa común, viene devastada y grita. Usted ha escuchado este grito y ha invitado a las personas del mundo a preservar y proteger su belleza para las generaciones futuras", señaló.
El Arzobispo indicó que son muchos los casos en los que la dignidad humana es golpeada y muchas personas sufren amenazas, "sin ser comprendidos por nadie o ayudados en su soledad y aislamiento".
"Papa Francisco, con esta visita está mostrando a muchas personas que viven en Japón el cuidado, el amor y la esperanza de Dios. Somos una comunidad pequeña, pero con su ánimo y uniendo las manos con nuestros hermanos y hermanas en Asia, esperamos caminar juntos, protegiendo la dignidad de la vida como don de Dios y proclamando la Buena Nueva del amor misericordioso y sanador de Dios", expresó.
Luego de la Misa, el Papa Francisco se dirigió al encuentro con el primer ministro, Shinzo Abe, y con las autoridades locales, ante quienes pronunciará un discurso. La visita del Pontífice a Japón culminará mañana 26 de noviembre.