Cuando el Papa Francisco celebra una Misa en sus viajes apostólicos, suele colocarse en el altar la devoción mariana del país que visita; sin embargo, este 24 de noviembre la imagen que lo acompañó en Nagasaki tiene un significado adicional: se trata del busto de una escultura de María que sobrevivió a la explosión de la bomba atómica de 1945.
La llaman la Virgen de Nagasaki o la Virgen Quemada, y se encontraba en el altar de la antigua Catedral de Urakami el 9 de agosto de 1945, a medio kilómetro de donde estalló la bomba atómica lanzada desde un avión estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial.
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Busto de la Virgen María que sobrevivió a la bomba atómica y que hoy estuvo en la Misa del Papa Francisco en Nagasaki.
Originalmente el busto era parte de una talla de madera elaborada en el extranjero y obsequiada en 1920. Estaba inspirada en la Inmaculada Concepción del pintor español Bartolomé Esteban Murillo.
La bomba que destruyó Nagasaki fue lanzada a las 11:01 de la mañana. Ese día los católicos estaban en la novena de la Solemnidad de la Asunción de María, por lo que se realizó una Misa. Todos murieron debido a los 3.900 grados Celsius de la explosión, junto a otras 35 mil personas. La catedral quedó en ruinas.
Inmaculada Concepción de Bartolomé Esteban Murillo que inspiró la talla de la Virgen que estaba en la Catedral de Urakami.
Cuando el busto fue hallado, el rostro de la Virgen parecía fatalmente dañado, con las cuencas de los ojos vacías, carbonizadas las mejillas y los cabellos, y con una brecha en el lado izquierdo de la cara que, según los creyentes, da la impresión de ser lágrimas de la Madre de Dios.
La imagen, también conocida como Virgen de Urakami, se encuentra en la nueva catedral levantada sobre las ruinas de la primera en 1959. Además de ser un símbolo para la ciudad y para Japón, se ha convertido en un símbolo de la paz y de la lucha contra el uso de las armas nucleares.
Así quedó la Catedral de Urakami después de la explosión atómica el 9 de agosto de 1945.
Este 24 de noviembre, en el lugar conocido como el Epicentro de la Bomba Atómica, el Papa Francisco dijo que esta escultura de la Virgen recuerda "el indescriptible horror sufrido en su propia carne por las víctimas y sus familias".