El Papa Francisco pidió una justicia que esté al servicio de las personas y que en sentido busque reparar a la víctima del delito, y no ajusticiar al delincuente.
Así lo afirmó durante la audiencia que concedió este viernes 11 de noviembre en el Palacio Apostólico a los participantes en el Congreso Mundial de Asociaciones Internacionales de Derecho Penal, que se celebra en Roma hasta el 16 de noviembre.
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El Papa señaló algunos abusos del poder sancionatorio que se dan en el derecho penal de algunos ordenamientos jurídicos.
En primer lugar, se refirió al uso impropio de la prisión provisional. "He señalado con preocupación el uso arbitrario de la prisión provisional. Por desgracia, la situación se ha agravado en algunas naciones y regiones, donde el número de detenidos sin condena ya supera ampliamente al 50% de la población carcelaria".
"Este fenómeno contribuye al deterioro de las condiciones de detención y es causa de un empleo ilícito de las fuerzas policiales y militares para estos fines. La prisión preventiva, cuando es impuesta sin que se verifiquen las circunstancias excepcionales o por un periodo excesivo, lesiona el principio por el cual todo imputado debe ser tratado como inocente hasta que haya una condena definitiva que establezca su culpabilidad".
Un segundo abuso denunciado por el Pontífice es el incentivo involuntario a la violencia. "En diferentes países se han producido reformas del supuesto de la legítima defensa y se ha pretendido justificar crímenes cometidos por agentes de las fuerzas de seguridad como formas legítimas del cumplimiento del deber".
"Es importante que la comunidad jurídica defienda los criterios tradicionales para evitar que la demagogia punitiva degenere en incentivo a la violencia o en un desproporcionado uso de la fuerza. Son conductas inadmisibles en un Estado de derecho y, en general, acompañan los prejuicios racistas y el desprecio a las clases sociales marginadas".
Otro abuso que se deriva de algunos ordenamientos jurídicos es "la cultura del descarte y del odio". "La cultura del descarte, combinada con otros fenómenos psico-sociales difundidos en la sociedad del bienestar, está manifestando la grave tendencia a degenerar en cultura del odio".
El cuarto abuso citado por el Papa Francisco es el del "lawfare". "Periódicamente se verifica que se recurre a falsas imputaciones contra dirigentes políticos, en complicidad con algunos medios de comunicación, adversarios y órganos judiciales colonizados".
"De esta manera, con los instrumentos propios del 'lawfare' se instrumentaliza la lucha, siempre necesaria, contra la corrupción con el fin de combatir gobiernos contrarios, reducir los derechos sociales y promover un sentimiento de antipolítica del cual se benefician aquellos que aspiran a ejercitar un poder autoritario".
Por todo ello, el Papa Francisco hizo un llamado a la responsabilidad. "Deseo dirigir una invitación a todos vosotros, estudiosos del derecho penal, y a cuantos, en sus diferentes funciones, están llamados a asumir funciones concernientes a la aplicación de la ley penal".
"Teniendo presente que el desafío fundamental del derecho penal es tutelar los bienes jurídicos de mayor importancia para la colectividad, toda función y todo encargo en este ámbito siempre tiene una resonancia pública, un impacto sobre la colectividad. Esto exige e implica al mismo tiempo una mayor responsabilidad para los trabajadores de la justicia, en cualquier grado en que se encuentre, desde el juez al funcionario del tribunal y al agente de la fuerza pública".
El Pontífice continuó: "Toda persona llamada a asumir una función en este ámbito deberá tener continuamente presente, de un lado, el respeto a la ley, cuyas prescripciones deben ser respetadas con atención, y un deber de conciencia adecuado a la gravedad de las consecuencias".
De otro lado, "se necesita recordar que la ley por sí sola no puede realizar los desafíos de la función penal. También hace falta que su aplicación se produzca en vista del bien efectivo de las personas interesadas".
Con el fin de que el funcionamiento de la justicia penal no se convierta en "un mecanismo cínico e impersonal" se necesitan "personas equilibradas y preparadas, pero, sobre todo, apasionadas de la justicia, conscientes del grave deber y de la gran responsabilidad que asumen".
Sólo de esa manera la ley, "toda ley, no sólo la penal, no será un fin en sí misma, sino que estará al servicio de las personas, ya sean responsables de delitos o aquellos que han sido ofendidos".
Por ello, el Papa Francisco reclamó una justicia penal que sea "restaurativa", es decir, que "haga justicia a la víctima, no que ajusticie al agresor".
En ese sentido, explicó que "la realización de un mal no justifica la imposición de otro mal como respuesta". "En la visión cristiana del mundo, el modelo de la justicia encuentra una encarnación perfecta en la vida de Jesús, el cual, después de haber sido tratado con desprecio y con la violencia que lo llevó a la muerte, en última instancia, en su resurrección, lleva un mensaje de paz, de perdón y de reconciliación".
"Estos son valores difíciles de asumir, pero necesarios por el bien de todos". "En nuestra sociedad estamos llamados a avanzar hacia un modelo de justicia fundado sobre el diálogo, sobre el encuentro, para que allá donde sea posible, se restauren los vínculos destruidos por el delito y reparado el daño producido".